Las palabras más autóctonas de México, Panamá y Uruguay
¿Cuál es el mexicanismo más mexicano?, ¿Cuál es el
panameñismo más panameño?, ¿Cuál es el uruguayismo más uruguayo?
Con estos tres países empezamos la creación del Atlas
sonoro de las palabras más autóctonas del español. Lo hacemos en el
contexto del VI
Congreso Internacional de la Lengua que se celebrará en Panamá,
del 20 al 23 de octubre. Tres escritores de los países citados han elegido una
palabra […]. Es una manera de recordar la gran diversidad de una lengua hablada
por cerca de 500 millones de personas y que puede ser entendida por sus
hablantes en un 80%. Un idioma policéntrico, polifónico y en expansión.
México:
PINCHE
Por José Emilio Pacheco
Por José Emilio Pacheco
En México, “pinche” canceló su acepción normal para adquirir, no se sabe cuándo, las características de un epíteto derogatorio que sorprende por su omnipresencia y durabilidad.
El más amplio catálogo de acepciones lo consigna
el excelente Diccionario del español usual en
México de Luis
Fernando Lara en su segunda edición de 2009. Lara advierte que se trata de una
grosería: "Pinche” 1. Que es despreciable o muy
mezquino. 2. Que es de baja calidad, de bajo costo
o muy pobre.
“Pinche” puede ser un empleado, el hábito de fumar, la suerte,
un policía, una camisa, un perro, una casa, una persona, el mundo entero, una
comida, un regalo, un sueldo o bien lo que a usted se le ocurra. Se trata,
pues, de un epíteto que degrada todo lo que toca. Normaliza y vuelve aceptable
una furia sin límites contra algo que nos ofende y humilla pero no podemos
cambiar.
Admite grados y amplificaciones: “Esa novela me pareció un poco
pinche”. “El racismo es una actitud pinchísima”. A veces puede ser un
sustantivo inapelable: “No te lleves con él: es un tipo de lo más pinche.”
Puede adquirir el rango de injuria máxima: “No me vuelvas a hablar, hijo de tu
pinche madre.”
No sé cuándo empezó a emplearse y nunca he leído nada sobre su
origen. Ya que “pinche” en español común es “el ayudante de cocina”, sin
ninguna pretensión ni autoridad, se me ocurre que el término se originó en
tiempos de la hacienda y el latifundio. Nació entre los peones obligados
a trabajar la tierra para beneficio de los amos y que veían con
explicable resentimiento a quienes laboraban en ocupaciones serviles
dentro de la casa grande.
Si el uso está restringido a México, resulta algo anecdótico e
insignificante frente al hecho de que, a diferencia de tantos otros
idiomas, quinientos millones de personas podamos entendernos en nuestra lengua
materna. Es una “pinche” desgracia que muy pocas veces tengamos conciencia de
este prodigio.
Panamá:
SINVERGÜENZURA
Por Carlos Wynter Melo
Por Carlos Wynter Melo
Sinvergüenzura es el sustantivo de la infinitud y, en consecuencia, de la libertad absoluta. Una sinvergüenzura es comerse el mundo de un bocado. Es un escape –a veces son francamente inmorales las reglas morales- o el motivo de que exclames de repente, porque te nació de las vísceras: ¡Qué sinvergüenzura!, para quejarte o decir, oye, es asombroso que los humanoides seamos inmensos.
Uruguay:
CELESTE
Por Claudia Amengual
Algún distraído diría que el término celeste proviene de la camiseta de la selección de fútbol, pero lo cierto es que esta lo toma de nuestra bandera nacional. De ahí derivan expresiones populares como la celeste o soy celeste que han enriquecido el significado de este color y lo han transformado en una marca de la identidad nacional uruguaya.
Por Claudia Amengual
Algún distraído diría que el término celeste proviene de la camiseta de la selección de fútbol, pero lo cierto es que esta lo toma de nuestra bandera nacional. De ahí derivan expresiones populares como la celeste o soy celeste que han enriquecido el significado de este color y lo han transformado en una marca de la identidad nacional uruguaya.
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