Ilustración: Luis Demano |
En su origen, la j no era más que una variante caligráfica
de la I: se empezó a considerar como una letra propia a partir del siglo XVI y
fue la última letra en incorporarse al alfabeto latino moderno. Fue entonces
cuando comenzó a competir con la G y con la X, que se pronunciaba de forma
similar a la sh del inglés. De ahí que, por ejemplo, don Quijote fuera don
Quixote en las primeras ediciones. Fue en el siglo XVIII cuando se cambió la
grafía de la X por la J, con excepciones, como México y Texas, que también se
pueden escribir con J.
Es de las letras menos usadas, a pesar de su sonoridad y de
su frecuencia en nombres de pila muy populares: en un texto cualquiera, 0,44
letras de cada 100 serán una J, lo que la sitúa como la vigesimotercera letra
más usada. Eso no quita que haya palabras estupendas comenzando por J, como
estas 15:
Jabeque. Herida en el rostro, hecha con arma blanca corta.
(También es una embarcación costanera de tres palos, con velas latinas, que se
podía navegar a remo).
Jarocho, cha. Dicho de una persona: De modales bruscos,
descompuestos y algo insolentes.
Jeme. Distancia que hay desde la extremidad del dedo pulgar
a la del índice, separado el uno del otro todo lo posible. Coloquialmente,
también significa palmito, como en “tiene buen jeme”.
Jeribeque. Guiño, visaje, contorsión.
Jinglar. Dar gritos de regocijo, burlarse.
Jitanjáfora. Texto carente de sentido cuyo valor estético se
basa en la sonoridad y en el poder evocador de las palabras, reales o
inventadas, que lo componen.
Jocundo, da. Plácido, alegre, agradable.
Jopo. Cola de mucho pelo.
Jumera. Borrachera, embriaguez.
Juzgamundos. Persona murmuradora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario