Las noticias sobre los papeles de Panamá han intensificado el uso del anglicismo offshore, que locutores, redactores y contertulios emplean con toda naturalidad sin importarles que una enorme parte de su público no entienda nada. Incluidos muchos de los que aprendieron inglés.
El vocablo offshore se refiere a empresas y países con escaso control tributario, pero nada de lo que hay dentro del término sugiere eso: tal expresión significa literalmente “fuera de la playa” o “costa afuera” (on shore significa “en tierra”; y shoreline, “línea de costa”). Así que quien conozca la traducción y sus analogías se quedará con un palmo de narices si no se le ofrecen más detalles.
El sentido se suele construir a base de metáforas y otros recursos retóricos que, en contextos insistentes, modifican o amplían el significado. En inglés, offshore equivale a lo que nosotros hemos dado en llamar “paraíso fiscal”, expresión que también se ha construido mediante la ampliación del término “paraíso”. Las empresas offshore son, pues, las empresas paraíso, las del limbo fiscal, las empresas de la evasión tributaria…, incluso las empresas del escaqueo.
Ignoro qué lleva a algunos periodistas a decir que Fulano o Mengana “tienen cuentas offshore” cuando queda a su alcance la alternativa “tienen cuentas en paraísos fiscales”. Quizás les mueva el deseo de hacerse los interesantes; o tal vez haberse contagiado de los especialistas; o puede que sea el prurito, a menudo discutible, de que la expresión en inglés no tiene una traducción milimétrica al español.
Extracto del artículo de Álex Grijelmo. El texto completo en El País
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