miércoles, 27 de febrero de 2019

"Escribes para no andar a gritos"


  • Francisca Aguirre, Premio Nacional de las Letras 2018
  • El jurado la ha elegido “por estar su poesía (la más machadiana de la generación del medio siglo) entre la desolación y la clarividencia, la lucidez y el dolor"


El jurado que le ha concedido el premio la describe como “la más machadiana de la generación de los años cincuenta” y a ella le parece, sencillamente, “bien”. Sobre todo lo de machadiana. Lo de las generaciones le da un poco igual: “Nunca quise formar parte de ningún club”. Tampoco, explica, siente que ahora se haga justicia con ella ni que el galardón la sitúe donde no quisieron situarla las antologías canónicas: “No me he sentido relegada”. A su lado, su hija, la también poeta Guadalupe Grande, le lleva la contraria. Un poco: “Este premio servirá para reivindicar la herencia de todas esas voces femeninas que fueron quedando de lado. A veces dos veces: por ser mujeres y por estar exiliadas”. “Eso sí”, concede Francisca Aguirre, que en 1939 cruzó la frontera francesa huyendo de las tropas franquistas. Todavía recuerda que su padre, policía republicano y pintor, le contó que a la vez cruzó Antonio Machado: “Luego leímos su poesía y nos quedamos chiflados”. Aguirre habla en plural señalando un retrato en la pared: es su marido, Félix Grande, que murió en 2014, una década después de recibir el mismo galardón que acaba de recibir su esposa. “Félix era un poeta magnífico. Él, Guadalupe y yo nos leíamos lo que íbamos escribiendo. Éramos implacables y amorosos”.

          “Escribo de lo que he vivido”, explica sin más. Autora de 11 libros de poemas que caben en un volumen de 600 páginas, Francisca Aguirre se estrenó tarde como poeta. Fue en 1971 con Ítaca. Y con 41 años. Ese arranque tardío, su talante discreto —“No soy vanidosa”— y el carácter autobiográfico de lo que escribe –“Hablo conmigo misma”-, la llevaron a seguir su marcha sin preocuparse de que el ambiente fuera, durante años, poco propicio a las mujeres y a la memoria histórica. Ella iba a lo suyo: “Escribes para no andar a gritos y para no volverte loca. La poesía tranquiliza. A mí me ayuda. El mundo es injusto pero el lenguaje es inocente. El poder de las mujeres es tener la oportunidad de decir que no. Por eso es tan importante la educación, la independencia. Queda mucho por hacer porque la desigualdad sigue siendo enorme: entre hombre y mujeres, entre ricos y pobres…”. En 2011, el Premio Nacional de Poesía concedido a Historia de una anatomía (Hiperión) puso el foco sobre una autora que respondió al anuncio de aquel premio preguntando al portavoz del jurado si no se habían equivocado de persona. El texto completo

'YA NADA PODRÉIS'

Ya nada podréis,
porque la fuerza no estaba en
vosotros, estaba en mi debilidad.
Nada conseguiréis
abandonándome, porque el vacío no era vuestra ausencia
sino mi necesidad de compañía.
Cuando llaméis
tendréis mi corazón a mano, como siempre
Ahora
el mundo se ha amueblado
con la delicadeza de lo mínimo
con la tierna disposición de lo posible.
Y todo es una patria extensa y manual,
un alfabeto misterioso
con el que estoy nombrando, recreando
reviviendo de nuevo el universo.

Poema del libro Los trescientos escalones (1976)



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