sábado, 28 de diciembre de 2019

Pie de foto / 20 Machadiano (Paráfrasis)

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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Las buenas gentes que trabajan cuando pueden, viven y sueñan, que no tienen prisa ni los días de fiesta, allí por donde pasan abren veredas.

Buena gente que camina y verdece la tierra.

sábado, 21 de diciembre de 2019

Pie de foto / 19 Una pedregosa raya en el agua

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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Una pedregosa raya en el agua,
que la cartografía desestima
emborronada de puntos y pautas.
La condición humana alienta el afán
de trazar los mapas con profusión
de jalones, líneas y coordenadas
que limiten, por llanuras y océanos,
los confines de la tierra y el mar.

sábado, 14 de diciembre de 2019

Pie de foto / 18 Las líneas acotan el espacio.

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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Las líneas acotan el espacio.

Un coto de vidas reservadas.
Rectas biografías entre dos luces.
Los planos opacos,
con ventanas alineadas,
limitan el campo visual.
Un punto de fuga a ras
de unos pies huidizos.
Un punto de fuga a ras
de unos ojos altivos.


domingo, 8 de diciembre de 2019

Pie de foto / 17 La Luna desnuda la marisma.

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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La Luna desnuda la marisma.
Luces, contraluces,
sombras y difuminados,
carboncillo lunario.
Aguas de menguante.
Fondos del piélago.
La vegetación submarina
espera atormentada
la contramarea.

sábado, 30 de noviembre de 2019

Pie de foto / 16 Alfabeto arcaico


Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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Alfabeto arcaico
Enramado signo
Álef vegetal
Letra historiada
Caligrafía aérea
Mensaje perenne
Arbolada firma
Nubilosa rúbrica


sábado, 23 de noviembre de 2019

Pie de foto / 15 Superhéroes

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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Cogido por la oreja, le amenaza una caída silenciosa en el abismo de los tendales al superhéroe de tantas aventuras compartidas con su compañero inseparable, ausente a su pesar, arrastrado a la bañera por una fuerza superior, el otro superhéroe, guionista asombroso, asombrado permanente, vivaz, inquieto, infatigable, locuaz, virtuoso de la onomatopeya, amoroso, fiel. Dos superhéroes sorprendidos siempre por la incomprensible hora del baño o la intimidante lavadora.


sábado, 16 de noviembre de 2019

Pie de foto / 14 El hombre solo

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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El hombre solo contempla sombrío el resplandor del vano. Indiferente con las sillas, un horizonte amontonado, antes de dar un paso más, cavila si abandona el refugio del soportal, con el riesgo de que la luz ilumine su mano y ciegue sus ojos, o si permanece así, displicente, a que la noche lo aclare todo.


sábado, 9 de noviembre de 2019

Pie de foto / 13 Una falsa cortina


Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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Una falsa cortina de hierro y hormigón, una ruina ella misma, encubre mal el arruinamiento de una construcción –forjados, pilares, vigas, muros-, acometida por el más rencoroso y temible enemigo, las malas hierbas.


sábado, 26 de octubre de 2019

sábado, 19 de octubre de 2019

sábado, 12 de octubre de 2019

Pie de foto / 8 El hombre vidriado

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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El hombre vidriado,

poliviédrica personalidad,

si rompiera el cristal,

¿cuántas vidas contaría?

Los cristales rotos,

¿cuántas muertes sumarían?

domingo, 29 de septiembre de 2019

Pie de foto / 7 La maleta


Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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La maleta del viaje de las ausencias
Próxima salida
Trayecto de ida y vuelta de la soledad a la soledad
Un circuito vital sin pertrechos
Una desolada llegada
El vacío agreste de un descampado


viernes, 20 de septiembre de 2019

Pie de foto / 6 Contracampo

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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Contracampo


Unas manos que manipulan objetos. Esa raya en la cara: una boca que silabea. Los ojos que miran sin ver. Un rostro con piel. El pelo que recorta un peluquero triste. Tapan los zapatos unos pantalones excesivamente largos, según la moda. Toda la ropa disimula un cuerpo desalmado.
De anochecida tiró a la basura un retrato de mujer: Camisa blanca, morena, de ojos insistentes, directos y claros.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Pie de foto / 5 Bodegón

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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Bodegón de piedras y ramas secas con celosía.

Naturaleza muerta,

que una mano silenciosa

ha abandonado con desgana

y formado con objetos innecesarios,

pero imprescindibles en su composición

como la casualidad en la vida o en la belleza.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Pie de foto / 9 La barca


Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
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La barca lleva luz de una ribera a otra. 

Zozobra entre una escollera de sombras.

El naufragio convierte 

en un lienzo acuoso 

la lumbre del agua.

martes, 20 de agosto de 2019

Pie de foto / 4 La escalerita blanca sueña

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
https://www.facebook.com/jesusalberto.perezcastanos


La escalerita blanca sueña

con sombras grises, claras y oscuras,

manchas pétreas,

un muro en relieve con escalones,

que la escalerita blanca sueña que supera

con sus largueros y sus travesaños.

Una horizontalidad inútil

torna el sueño guijoso

en abandonada soledad.

[Juan Jorganes]

sábado, 10 de agosto de 2019

Pie de foto / 3 Escalera de los malos pasos.


Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
https://www.facebook.com/jesusalberto.perezcastanos


Escalera de los malos pasos.
Pasamanos de cuerdas
que anudan la garganta.
Desechadas gomas,
protección malparada.
Trayecto irregular.
Descenso incierto, vértigo…
Una decisión astillada.

[Juan Jorganes]

miércoles, 31 de julio de 2019

Pie de foto / Extra 1 Mañana de domingo en Cádiz


Foto de Pablo Juliá
https://www.facebook.com/PabloJulia



Hoy, mañana de domingo.
Calle, árboles y sombra.
Las casas, los miradores,
desconchaos, las piedras gordas.

Por deshora, una lástima,
La Marina está cerrada.
Espera la tentación
del pastelito y la tarta.

Acera limpia, da gusto.
­­-No vamos descalzos, mira,
ya sabes, por no mancharla.
Tirar un papel da grima.

Sus sandalias, sus bermudas,
sin sombreros y sin mangas,
sin móviles ni relojes:
un cuarteto con dos latas.

Una pierna flexionada,
esa otra en estiramiento,
sedente torso redondo,
la mano en ligero vuelo.

Acción lenta y armoniosa,
gimnasia oriental del sur,
callejera introversión.
Qué particular quietud.

Coño, que hay una paloma.
También aparece en el cuadro.
Foto de Juliá con título:
Grupo de taichí gaditano.

[Juan Jorganes]





miércoles, 17 de julio de 2019

Lope de Vega a 50 kilómetros por hora


  • El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro propone una versión de El perro del hortelano dentro de un coche con la pareja protagonista al volante y tres espectadores detrás


Miguel Chaves (Teodoro) y Áurea López (Diana)
El argumento de la célebre comedia de Lope de Vega queda resumido en media hora en la versión motorizada que se representa en Almagro, realizada por Ignacio García y dirigida por José Vicente Gómez, en varios pases a lo largo del día (sábados y domingos hasta finales de julio) con solo tres espectadores cada uno. Los que caben en los asientos de atrás de un mercedes.  Va desarrollándose aquella historia de amor y celos que imaginó Lope adaptada al mundo actual, entre semáforos, cinturones de seguridad, pitidos de claxon y hasta algún atasco. El amor triunfa al final, cómo no, pues esto es una comedia. Teodoro y Diana se besan apasionadamente mientras una melodía barroca se extiende por todos los altavoces del coche. Más

viernes, 12 de julio de 2019

Pie de foto / 1. Alamar de aguas y orillas

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
https://www.facebook.com/jesusalberto.perezcastanos


Alamar de aguas y orillas
Atadura monocorde 
Cáñamo marino 
Cordel pausado 
Anudada intención
Hundido propósito

[Juan Jorganes]

martes, 18 de junio de 2019

Algunas soluciones ante las dudas que plantea el léxico con el fútbol femenino


El Mundial Femenino de Fútbol ha planteado algunas dudas sobre la flexión de algunas palabras que hasta ahora se referían a hombres. El problema se suele dar cuando el significante femenino destinado a denominar esa nueva situación se venía empleando ya con otro significado para designar una realidad previa: “el defensa” o “la defensa”; “el línea” o “la línea” (como ocurre con “el músico” y “la música” o “el gramático” y “la gramática”...). Por tanto, en cada caso concreto será necesario aplicar fórmulas adecuadas para reflejar el papel de las mujeres en el deporte y que a la vez no incurran en ambigüedad.

A continuación se muestran algunas opciones, que serán las adoptadas por El País.

martes, 11 de junio de 2019

La científica poetisa


  • Los hallazgos Ada Augusta Lovelace hicieron posible la creación de un primer modelo que serviría de base para la actual computadora



Ada Augusta Lovelace

Poca gente sabe que el poeta inglés Lord Byron tuvo una hija con la matemática y astrónoma Anna Isabella Milbanke. Tal y como cuentan, fue una hija no deseada por el poeta que, llevado por sus impulsos de calavera literario, rogaba al diablo que la hija naciera muerta.

Chismorreos aparte, la hija de Byron con el tiempo se convirtió en pionera de la programación informática, llegando a bautizar un lenguaje de computadora con su nombre. Vamos a contar su historia, tan electrizante como desastrosa, esto último debido a su afición por las apuestas hípicas.

Nacida en Londres, a principios de diciembre de 1815, Ada Augusta Lovelace heredó el carácter aventurero del padre y la capacidad numérica de la madre. Decía ser científica poetisa y su rebeldía e inconformismo, a la hora de no aceptar las pautas victorianas de los tiempos, llevaría a Ada a enfrentarse con uno de sus profesores, el matemático Augustus De Morgan; toda una eminencia de la época y primer presidente de la Sociedad Matemática londinense, al que Ada provocaba con sus preguntas; interrogantes que conseguían dejarlo en evidencia ante los demás alumnos. La incomodidad del reconocido matemático se hizo manifiesta cuando fue a ver a Lady Byron para llevar sus quejas acerca del comportamiento de su hija en las clases “Piensa como un hombre”, le dijo, lamentando con actitud machista la capacidad intelectual de Ada. Continúa

jueves, 30 de mayo de 2019

Quiéreme entera


Quiéreme entera

[Dulce María Loynaz]

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recortes:
¡quiéreme toda… o no me quieras!

Rozalén recita el poema
de Dulce María Loynaz

miércoles, 29 de mayo de 2019

20 libros de literatura africana del siglo XXI escritos por mujeres (2010-2019)

20.-Metamba Miago. Relatos y saberes de mujeres afroespañolas [2019]-Edición Deborah Ekoka

La obra: Con la intención de contar a la mujer afroespañola, Deborah Ekoka reunió a un puñado de mujeres para que escribieran diversas experiencias desde la pluralidad de pensamiento, procedencia, profesión… abarcando una hilera de solos de voces que se van engarzando hasta completar un círculo que nos interpela, nos hace cómplices y nos une. Este libro feminista surge desde la necesidad de que se cuenten estas, sus, historias, acercando referentes invisibilizados, buscando las raíces. A través de ellas nos hablan de inseguridades, temores, rechazo, empatía finita, racismo estructural e institucional estereotipos, mestizaje, dolor, africanidad, de ser negra, ser mujer, de pareja, maternidad y sexualidad … y de identidad. Y lo hacen desde las vivencias personales, compartiendo lo que han reflexionado gracias a sus lecturas, a sus profesiones, a sus vidas cotidianas, de manera más literaria unas y como si las tuvieras a tu lado y te estuvieran contando otras, con voz confidente, estos pedazos de sus experiencias, pensamientos y reflexiones.
La cita: “Creo firmemente en crecer unidas, los seres humanos somos lo mejor que tiene este mundo para mejorarlo, y verse, tocarse, sentirse, es necesario para construir”.
Título original: Metamba Miago. Relatos y saberes de mujeres afroespañolas (2019). Ediciones United MInds. Prólogo: Remei Sipi. Edición Deborah Ekoka.
Las autoras: Deborah Ekoka (“Nadie puede debatirte sobre cómo te sientes”). Noemí Ondo Mesa (“La búsqueda de mi identidad es mi bandera y el sentido de pertenencia mi ideal”); Angela Nzambi (“Todas y todos somos un tanto mestizos y mestizas, lo son también las sociedades y las culturas, en todos se puede encontrar algo de los demás”); Agnes Essonti (“Los reyes de la apropiación cultural  me han dicho que no puedo llevar ropa hecha de tela wax o trenzas cuando me apetece”); Jadicha Sow Paino (“Participar en el libro ha supuesto enriquecer mi proceso de autoconciencia africana, femenina y feminista”); Lucía Asué Mbomio Rubio (“Y sólo me hace falta echar un ojo a las noticias para caer en la cuenta de que mi sentir proviene, entre otras cosas de ahí. Justo ahí (o en Google), cuando escribes la palabra mujer, lo primero que aparece es un ristra de fotos de féminas de color blanco”; Johana Province López (“En mi caso soy negra y con discapacidad, como me dice una amiga lo tengo todo”); Lydia Cortés Damián (“En un contexto familiar de hija única adoptada, absorbiendo diariamente valores racistas y de miedo a lo diferente”);Lidia Mont Ferragud (“Mis amigas me decía que qué bien quedaría el pelo liso”); Esther (Mayoko) Ortega Arjonilla (“Mi activismo e investigación se desarrollan en las intersecciones de la raza, el género y la sexualidad”); Gabriella (Nuru) Rita Rankovic (“Todas formamos parte de un conjunto holístico lleno de matices”); Desirée Bela-Lobedde (“Sin embargo, mi activismo no es nada académico, sino de la calle, del día a día”; Rita Bosaho Gori (“Es momento de revisar las categorías de minorías bajo la cual se asignan características multiétnicas, pluriculturales y plurilingües de la población”). Más en ´Literafricas´

viernes, 10 de mayo de 2019

Nace Universo Lorca: la web sobre el poeta granadino

Una de las últimas fotos de Lorca (1936),
junto a María Teresa León y Vicente Aleixandre
Los horizontes del poeta, aquellas sombras y aquellos ríos que nutrieron sus versos, quedan recogidos ahora en una única web,  Universo Lorcaplagada de imágenes, testimonios y rutas que marcaron el devenir del granadino. Un devenir infausto que va de su “primer asombro artístico” en el pequeño pueblo de Valderrubio, a los barrancos donde le dieron muerte entre las localidades de Víznar y Alfacar.

jueves, 9 de mayo de 2019

Progre: un insulto de eficacia relativa


  • Surgido en los años setenta, el calificativo derivado de progresista ha resucitado en España con un renovado tinte peyorativo



Un póster del Guernica o la icónica foto del Che
eran inevitables en un piso de progres
Ignacio Vidal-Folch
Una de las particularidades retóricas llamativas de esta campaña electoral y de los debates a los que ha dado pie en conversaciones de familia o de cafetería ha sido la definitiva decantación del calificativo progre hacia su acepción más peyorativa y denigratoria. A menudo se pronuncia esa palabra con enorme desprecio agresivo, que en ámbitos privados puede recalcarse con el predicativo “asqueroso”, “casposo”, “de mierda”, “de salón” o con neologismos como pijoprogre, que aluden a la filiación burguesa, pasada por la universidad, del insultado. Sí, en esta campaña el apelativo de marras solía echarlo a la cara del adversario, en un arrebato de gran hastío y exasperación, alguien -generalmente de derechas, pero también podía ser un “rojo”, de izquierda más radical o proletaria- que tenía ya agotados los depósitos de su paciencia.

-¿Ese? ¡Un puto progre! ¡Un progre de mierda!

Es significativo que la palabra progre siempre ha de ir reforzada por un adjetivo. Señal de que como invectiva es floja.

Otras veces, en cambio, convertida en adjetivo, viene a reforzar el concepto: “la dictadura progre” (de valores, de moral, de lenguaje). Y a veces deriva en algún neologismo. Por ejemplo, ¿se habla de ecología, de igualitarismo, de lenguaje inclusivo, de laicismo, de eutanasia?

—Es la típica prograda.

(A este neologismo en concreto no le veo mucho futuro por culpa de su exceso de incómodas erres).

Veremos qué es lo que resulta tan exasperante, tan detestable en el o en lo progre. Pero ya adelantamos que esa belicosidad contra el progre -término que en los años setenta se refería a cierto pasotismo desdeñoso, descreído, algo fumeta, resumible en el lema “que pare el mundo que yo me bajo”, y que ahora se asimila más bien al prototipo del socialdemócrata- es en vano. Porque en el fondo la palabra en sí se refiere a un concepto universalmente positivo, que es, por supuesto, el del progreso, y a una voluntad de superación, de mejora. Continúa


sábado, 13 de abril de 2019

Guiri: origen y significados


  • ¿Origen turco o vasco? Liberal, guardia civil, turista... Todos los significados que ha tenido la palabra guiri


La palabra se empezó a usar en el siglo XIX en el contexto de las guerras carlistas. Los carlistas vascos llamaban a sus adversarios, los liberales, guiris. Por eso, aunque hay quien ha relacionado la voz con el turco gaurí (infiel, extranjero), es común derivarla de una abreviación del vasco giristino que sería una derivación a su vez de la palabra cristino, o sea, partidario del bando de la reina María Cristina. Los guiris eran los soldados del frente contrario, y así aparecen en la literatura de fines del XIX.

Es Emilia Pardo Bazán una de las primeras en documentar la palabra en la literatura. Su relato Un viaje de novios (1881) pone esta frase en boca de un vasco, siempre como forma despectiva de llamar a los del bando liberal: “A mí me daba, vamos, tanta tristeza de ver corretear las columnas guiris por aquellos picachos adonde solo subíamos, con la ayuda de Dios, los mozos del país y las fieras de los montes...”. Benito Pérez Galdós, por su parte, también la emplea en Zumalacárregui (1898).

Este ambiente de uso, en que guiri tiene un indudable significado político, da lugar a que la palabra entre en el diccionario de la Real Academia Española en 1925 justamente con esa definición: “Nombre con que, durante las guerras civiles del siglo XIX, designaban los carlistas a los partidarios de la reina Cristina, y después a todos los liberales, y en especial a los soldados del gobierno”.

Pasadas las guerras carlistas, guiri va a ser ya en el siglo XX la voz de jerga para denominar al guardia civil. La transición hacia el significado de “turista extranjero” que le damos hoy es, pues, de la segunda mitad del siglo XX y de hecho se refleja en los diccionarios españoles muy al final del siglo pasado.

Hay otro significado de la palabra guiri; la voz da nombre en la zona almeriense a un tipo de arbusto llamado en otros ámbitos hispánicos retamo o espinillo. Más



domingo, 31 de marzo de 2019

El vídeo de Marcos Mundstock que ha divertido en el Congreso del Español


Marcos Mundstock (Les Luthiers) no estuvo pero asombró. Disculpó su ausencia debido a un problema de salud, pero envió un vídeo desternillante al Congreso Internacional de la Lengua Española que se celebra en Córdoba (Argentina).






miércoles, 27 de marzo de 2019

Los ojos de África (2)


  • Alaa al Aswany utiliza dos edificios de El Cairo para contarnos la vida de dos grupos de personajes. Uno vive en el edificio Yacobián y el otro trabaja en el Automóvil Club de Egipto. La literatura nos permite mirar Egipto con los ojos de un egipcio



Juan Jorganes Díez
Los edificios y los personajes relacionados con ellos nos trasladan la sociedad cairota del siglo XX. El autor maneja con grandísima habilidad lo individual y lo grupal. Con un personaje colectivo se corre el riesgo de que las acciones individuales se diluyan y se pierdan y de que las colectivas se simplifiquen o resulten lineales; sin embargo, con Al Aswany habremos pasado las páginas con la misma expectación por los acontecimientos relacionados con tal o cual personaje que por lo que concierne al grupo o a la comunidad de la que forman parte. Siempre estarán presentes los lugares que les vinculan, con toda la fuerza simbólica que justifica que den título a las dos novelas.

Al Aswany usa recursos del folletín: acciones y peripecias abundantes, sucesos insólitos, melodrama, algún personaje malísimo que concentra todos los vicios del poder despótico y algún personaje buenísimo que padecerá injusticias o desgracias. Los personajes trasladan el conflicto social. No se resuelve, pero quedan a la vista los elementos que lo componen.

El personaje colectivo de ambas novelas es El Cairo, la sociedad cairota. Los personajes se cruzan en lugares que representan el poder y la estratificación social (el Automóvil Club de Egipto) o coinciden en un edificio que representa su patria, injusta, también estratificada, vetusta (el edificio Yacobián). Desde las páginas de una novela y otra vemos la sociedad cairota, sus conflictos superficiales y los más profundos. Conoceremos, así, la historia reciente de Egipto y comprenderemos los sucesos de los últimos años, que llamaron la atención del mundo.

La plaza Tharir concentró en 2011 toda la ira acumulada del pueblo y el deseo imperioso de cambiar el estado de las cosas. Egipto protagonizaba otro episodio de lo que se ha llamado primavera árabe, un movimiento revolucionario iniciado en Túnez y que tuvo en Egipto su gran momento por la importancia del país y porque supuso la caída del presidente Mubarak, en el poder desde 1981. Al Aswany se involucró en esta revuelta, desde la calle y desde las tribunas periodísticas.

Se opuso al Gobierno de los Hermanos Musulmanes, salido de las urnas tras el derrocamiento de Mubarak. Lo explicó en su artículo Egipto ante el fascismo [1]. Concluye así: “Los nobles principios islámicos solo pueden aplicarse mediante un auténtico Estado laico y abierto a todos los ciudadanos, cualquiera que sea su ideología o su religión. La democracia es la solución”. La democracia es la solución, sí, pero Egipto vivía la paradoja de inaugurar la democracia con la victoria de un grupo religioso (Hermanos Musulmanes) que la utilizaba para imponer sus creencias. Los egipcios habían cambiado a un tirano por otro, pensó Al Aswany, así que defendió el golpe militar que derribó el Gobierno de los Hermanos Musulmanes. Y se implantó la tiranía militar y a ella se opuso. Defensor de la revolución, del cambio integral del sistema, sus esperanzas de que se conseguiría a través de las urnas, primero, y, después, de que los militares rectificarían los desmanes religiosos de los Hermanos Musulmanes han acabado en una frustración tras de otra; las mismas frustraciones, quizá, que las de quienes se echaron a la plaza Tahrir un 25 de enero de 2011, declarado Día de la Rabia por la oposición, y consiguieron echar a Mubarak  tres semanas después.

Exiliado en EE UU, un tribunal militar egipcio ha procesado a Al Aswany por “insultar al jefe del Estado e incitar al odio contra el régimen” [2].

Nada relacionado con los sucesos de la plaza Tahrir, la caída de Mubarak, y lo ocurrido después aparece en las páginas de estos libros que comentamos (su próxima novela se ambienta en esos días). Aunque no son novelas de tesis, ni contienen moraleja, en una y otra encontraremos casi todo lo que necesitamos saber para comprender el estallido de Tharir. La literatura nos permite mirar Egipto con los ojos de un egipcio y de nuevo, gozosamente, a los ojos de África.

Una esperanza oculta

Cuesta abandonar la lectura de El Automóvil Club de Egipto (Penguin Random House, 2015). El autor mete a sus personajes en una trama y subtramas en las que no falta ninguno de esos ingredientes que abren el apetito lector. La supervivencia diaria de los pobres, las injusticias sociales padecidas por personajes queridos, el honor perdido de una familia pobre y honrada, el asesinato de su patriarca, la humillación, la prostitución masculina, la trastienda de un local elitista, el machismo, una malcasada que se rebela, un rebelde bueno, una rebelión con la incertidumbre del éxito o del fracaso, conspiraciones, venganzas… Ayuda el lenguaje sencillo, eficaz para presentar la realidad más escabrosa, elegante en sus alusiones y elusiones, efectivo en las acciones y en la presentación de los numerosos personajes.  

Al Aswany mantiene el pulso narrativo para que sigamos sin dificultad el desarrollo fragmentado de la novela. Nunca nos perderemos en el entramado de personajes y acciones. Retomamos con avidez la historia de tal personaje interrumpida capítulos atrás y, al mismo tiempo, deseamos continuar con la que ahora se detiene. Todos los personajes están relacionados. Como en la vida real, los hechos u omisiones personales generan reacciones en círculos concéntricos o en espirales, o trazan una curva elíptica que se estrella en la nuca del punto de partida.

El club es una representación del país. El rey, dueño y señor, solo se preocupa de sus placeres terrenales y de mantener sus privilegios (retrato del rey Faruk, aunque nunca aparece su nombre, derrocado en 1952 por un golpe militar con el que Nasser alcanzaría el poder). Delega en un chambelán despótico y cruel (Kuu) el gobierno de los trabajadores del club (el pueblo), que les sirven a él y a la élite cairota sometidos por las leyes de la servidumbre. El director británico del club (James Wright) nos recuerda la presencia colonial, entendida como “una obligación” de “Gran Bretaña, o cualquier país europeo civilizado,” para “extender la civilización entre los pueblos salvajes”.

Al-Aswany intercala un narrador en tercera persona con la primera persona de dos personajes, los hermanos  Saliha y Kamel Abdelaziz Hamam. El objetivo amplio del narrador en tercera persona se cierra en esos dos personajes y algún motivo tendrá el autor para ello. ¿Por qué el autor quiere que conozcamos los sentimientos e ideas de esos personajes expresados por ellos mismos?

Lo único que le sobra a la novela es la metaficción inicial. Aunque nos da una pista de la importancia de estos dos personajes en una novela de la que hemos escrito que tiene un personaje colectivo, resulta prescindible el subrayado de las primeras páginas (en literatura con el subrayado se menosprecia al lector). Dos personajes se presentan en la casa a la que se ha retirado el autor para concluir la novela. Le reclaman expresarse ellos directamente. Un juego narrativo que nos recuerda, claro, a Pirandello y a Unamuno [3]. Conseguirán, así, tener una voz propia en la narración dos personajes jóvenes que se enfrentan al statu quo: Saliha y Kamel.

Saliha ejemplifica el sometimiento de la mujer egipcia. En sus dudas ante el matrimonio que le proponen su padre y su madre porque conviene a la familia y en la rebelión contra el maltrato de su marido, con todas las consecuencias personales, familiares y sociales que le trae abandonarlo, viven el silencio de las mujeres que sufren y callan y el grito de las insumisas. Su hermano Kamel toma conciencia de la situación política de su país al entrar en la universidad y decide implicarse. “Quiero hacer algo por Egipto”, será su respuesta a la pregunta de por qué se une a la oposición política al régimen. Pero lo general se refuerza con lo particular: su hermana maltratada y su padre humillado y asesinado impunemente. Además entrará a trabajar en el Automóvil Club y será testigo de las serviles relaciones laborales y de los conflictos entre los mismos trabajadores provocados por la represión cruel y el miedo a la rebelión. Saliha y Kamel se nos presentan como la esperanza oculta para cambiar el estado de las cosas.

La azotea o por qué odiamos Egipto

Publicada con grandísimo éxito años antes, El edificio Yacobián (Maeva, 2007) transcurre tiempo después de El Automóvil Club de Egipto. No hay otro vínculo entre los dos libros que El Cairo, incluido su club automovilístico. No hay personajes comunes ni tramas cuyos orígenes se expliquen en la siguiente novela. Se pueden leer, por lo tanto, independientemente, aunque, leída una, será difícil no caer en la tentación de leer enseguida la otra.

Además del personaje colectivo, las dos novelas comparten la estructura narrativa fragmentada. El edificio Yacobián se divide en dos partes. Cada una se compone de tramos más o menos breves que el autor entrega al lector con habilidad para mantener la avidez lectora y para que componga, fragmento a fragmento, la pieza mayor completa.

En las primeras páginas leemos la historia del edificio Yacobián. Apenas tres páginas contienen la información necesaria para saber qué ha ocurrido en el país desde que en 1934 un millonario armenio, que dio nombre al edificio, tuvo la idea de construirlo hasta el presente de la novela (la guerra del Golfo  tras la invasión de Kuwait por Irak en agosto de 1990 y la intervención de una coalición internacional al mando de EE UU en enero de 1991). En el edificio Yacobián vivió “la flor y nata de la sociedad de aquellos días”, ministros, aristócratas, industriales, millonarios… En la “inmensa azotea” se construyeron dos habitaciones para los porteros y sus familias y tantos trasteros como pisos. “Pero el año 1952 la Revolución lo cambió todo”. Se fueron los judíos y los extranjeros. Los oficiales del Ejército “se apropiaron de los pisos vacíos”. En la azotea se establece una comunidad que no tiene que ver con el resto del edificio. Una comunidad que “no tardó en parecerse a cualquier otra comunidad popular egipcia”.

En la azotea malviven los personajes que protagonizan la novela. Para sobrevivir han de renunciar a sus principios morales o religiosos y han de convivir con la frustración de los sueños perdidos. Ceder, por ejemplo, al acoso sexual de sus jefes a cambio de trabajo y de un mísero dinero extra, en el caso de las mujeres, o casarse con un hombre al que no aman, incluso que no conocen, y mucho mayor que ellas. O, al ser pobre o el hijo de un portero, toparse con el muro de la corrupción y del clasismo si se pretende progresar en los estudios y después acceder a un puesto de trabajo.

Queda claro cuál es el papel de las mujeres en la sociedad egipcia, antes y después de la Revolución: sometida siempre al varón. En los dos libros encontraremos personajes femeninos que se rebelan contra el machismo imperante. Lo pagan con el repudio familiar y social. Pocas reciben una recompensa por su rebeldía.

Bausayna le explica “con amargura” a quien será su esposo -querido-, un hombre mayor y rico, “por qué odiamos Egipto”. El resumen de sus argumentos lo encontramos en las palabras de un periodista homosexual (otro personaje rebelde): “por la corrupción, la dictadura y la injusticia social”.

            El hedonismo se muestra como una rebelión contra las normas establecidas, sean religiosas o impuestas por la tradición, o sean una mezcla. Pero el machismo, la injusticia y la desigualdad social se manifiestan también en las relaciones sexuales compradas o forzadas (el jefe con una trabajadora, el marido con su esposa), o disimuladas (las homosexuales). La libertad individual y la libertad colectiva van unidas. Los personajes que las separan ejemplifican la hipocresía o el abuso de poder o el machismo, o las tres cosas a la vez.

            En El edificio Yacobián la oposición política al régimen se encauza a través de los grupos religiosos extremistas. Leeremos los discursos de los jefes religiosos musulmanes, la captación de adeptos, la propaganda de la guerra santa (yihab). Si los Hermanos Musulmanes triunfasen, ya sabemos que una tiranía religiosa sustituiría a otra tiranía. La novela se publicó en árabe en 2002. Quedaba lejos aún 2011 con las manifestaciones de la plaza Tharir, el derrocamiento de Mubarak y la convocatoria de las primeras elecciones libres. Las ganaron los Hermanos Musulmanes [4].




[3] En una entrevista con Alfonso Armada (Abc, 5-10-15), Al Aswany reconoce la referencia de Pirandello, pero afirma que desconoce Niebla, y se interesa por esta obra de Unamuno. Estudió dos años en el Centro Cultural Español de El Cairo y vivió en España entre 1990 y 1992.