lunes, 30 de diciembre de 2013

Escrache, palabra del año

Ilustración: LAVVU
Escrache, un término que alude a las manifestaciones convocadas frente a los domicilios de políticos y otros personajes públicos, es la palabra del año 2013 para la Fundación del Español Urgente (Fundéu).
El Diccionario de la Real Academia Española no incluye ese término, pero sí el verbo escrachar como una expresión coloquial propia del español rioplatense con dos significados: ‘romper, destruir o aplastar’ y ‘fotografiar a una persona’.
El Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española, añade que en esos países escrachar significa también ‘dejar en evidencia a alguien’.
Y para el sustantivo escrache aporta la definición que ha popularizado el término fuera de su ámbito original: ‘manifestación popular de denuncia contra una persona pública a la que se acusa de haber cometido delitos graves o actos de corrupción y que en general se realizan frente a su domicilio o en algún otro lugar público al que deba concurrir la persona denunciada’.
Con ese sentido y en el contexto de la investigación de los crímenes de sus dictaduras, empezó a emplearse con frecuencia en los medios de comunicación argentinos y uruguayos en los años 90.
Escrache ante la casa de Jesús Posada,
presidente del Congreso
En España la palabra se populariza durante las protestas organizadas en los primeros meses de 2013 por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).
Respecto al origen del término, hay varias teorías. Unas lo sitúan en el italiano schiacciare (‘aplastar, astillar, machacar’) o en el genovés scraccâ (‘escupir’), términos que habrían llegado al español a través del lunfardo, una jerga originalmente empleada por las clases más bajas de Buenos Aires, muchos de cuyos integrantes provenían de Italia.

Para otros existe una conexión clara con el inglés to scratch (‘arañar, rasguñar, marcar’). De hecho, en el español de los Estados Unidos se usa escrache como ‘arañazo o rasguño’, como recoge el Diccionario de americanismosLeer más

sábado, 28 de diciembre de 2013

La victoria de los libros prohibidos

Ejecución de un libro en Inglaterra, 1661
Hay varias clases de muertes, prohibiciones y resurrecciones literarias: la de los libros que el propio autor una vez creados se arrepiente y no quiere darles más vida; la de los libros que quieren vivir y su escritor lo busca a toda costa, pero alguien, un editor o un amigo, se niega a darles ese derecho; y están los libros que una persona más poderosa, desde un gobernante hasta una institución religiosa o en nombre de la sociedad, busca eliminarlos.
Un brindis por aquellos que no hicieron caso a los últimos deseos de muchos escritores de no dejar vestigios de sus textos. Uno de los primeros fue Virgilio. No se sabe por qué en su testamento ordenó quemar la Eneida, pero, por fortuna, el emperador Augusto ignoró su última voluntad. Veinte siglos después de los hechos que permitieron que el mundo leyera la Eneida, Franz Kafka quemó manuscritos que no le gustaban. Pero luego, su albacea Max Brod no respetó su voluntad y el mundo ha leído El castillo y El proceso.
Un caso en el que se juntan en el autor el impulso de eliminar primero y de publicar después es el de Vladimir Nabokov con Lolita. Un clásico del siglo XX que cuando era un borrador titulado El hechicero Nabokov quiso quemar y su esposa Vera rescató de las llamas. Hasta que el 6 de diciembre de 1953, el autor la terminó para empezar un viacrucis al ser rechazada por cuatro editoriales que la consideraban “inmoral” y muchas cosas más, hasta que, dos años más tarde, logra publicarla en París en Olympia Press, una editorial de obras eróticas. Y en Estados Unidos solo hasta 1958 tras una batalla judicial.
A esos fuegos individuales se suman las hogueras que han prendido y querido prender gobernantes, de todos los niveles, e instituciones religiosas o de cualquier otra índole en nombre del bien común. Desde el mismo Augusto, que un día feliz salvó la Eneida, y otro desdichado ordenó la primera quema masiva de libros en Roma por cuestiones religiosas, hasta el nazismo, los regímenes chinos o los conflictos en los Balcanes o en Irak e Irán. España misma padeció con Francisco Franco decisiones de este tipo cuando recién llegado al poder, que ostentaría durante 36 años, ordenó en 1939 quitar de las bibliotecas las obras de autores “degenerados”.
Episodios sombríos y asombrosos que tienen un capítulo en la literatura porque varios escritores han novelado dichas experiencias. Entre las más recientes están Balzac y la joven costurera china, de Dai Sijie; El librero de Kabul, de Asne Seierstad, y Lolita en Teherán, de Azar Nafisi.
¿Acaso están las ideas políticas, religiosas o morales con intereses particulares por encima del arte? Leer más


domingo, 22 de diciembre de 2013

El orden de las palabras

Escribir bien no consiste únicamente en no cometer faltas de ortografía. El orden de las palabras (la sintaxis) es muy importante. Si no escribimos las palabras en el orden adecuado, provocamos dobles sentidos o significados ambiguos. En el lenguaje, el orden de los factores altera muchísimas veces el producto.
El desorden sintáctico que entorpece y confunde la comprensión de la frase se llama anfibología y lo define la Real Academia como “doble sentido, vicio de la palabra, cláusula o manera de hablar a que puede darse más de una interpretación”. También admite que pueda usarse intencionadamente con fines humorísticos. Quevedo utilizó constantemente ese recurso. También lo aprovechó Groucho Marx. Todos los manuales citan aquella frase del capitán Spaulding: “Una vez le disparé a un elefante en pijama. Lo que nunca sabré es cómo hizo para meterse en mi pijama”.
Nos sirven como ejemplos los siguientes titulares de prensa:
Ikea retira un anuncio sobre una pareja de lesbianas en Rusia. La noticia relata que la empresa no publicó un anuncio en la edición rusa de su revista por miedo a quebrantar la ley contra la “propaganda homosexual”. ¿Era un anuncio protagonizado por dos lesbianas rusas? ¡¡Nooo!! En el interior lo cuentan así: “Ikea retira un artículo publicitario sobre lesbianas de la edición rusa de su revista”. Hubiera bastado con titularlo Ikea retira en Rusia un anuncio sobre una pareja de lesbianas.
La vacuna de la tuberculosis española es segura en humanos. ¿Hay una tuberculosis endémica de España? ¡Nooo! La vacuna española de la tuberculosis supera las primeras pruebas de seguridad.
Un subtítulo: Crece el malestar social en la población de Turquía por las intromisiones en la vida privada del Gobierno islamista. ¿Qué hay de morboso en la vida privada del Gobierno turco? ¡¡Nada!! En realidad es que crece el malestar social en Turquía por las intromisiones del Gobierno en la vida privada.
Las mujeres españolas cobran bastante menos que los hombres por su sexo. No sabemos con certeza si alude a las condiciones en el mercado laboral o en el más concreto de la prostitución.
Buscan al asesino de la niña en las cámaras de Santiago. ¿Estará el asesino escondido en unas cámaras de la catedral de Santiago o en realidad buscan en las grabaciones de las cámaras de seguridad al asesino?  
Un hospital de Málaga entrega un recién nacido equivocado a una madre. ¡Menos mal que a pesar de estar equivocado (el recién nacido) fue entregado a una madre, porque podría haber sido peor. La solución para evitar sugerir que un bebé esté en un error: “Un hospital de Málaga se equivoca al entregar un recién nacido”.
Primera muestra de seres venenosos del Ayuntamiento. Debemos entender que se trata de una exposición de serpientes organizada por un municipio, pero tal y como están ordenadas las palabras podemos entender…

Por último, un titular que convierte a Pedro Almodóvar en un virus letal: “Isabel Coixet termina en Canadá el rodaje de My life without me, un drama sobre una joven con una enfermedad incurable que produce Pedro Almodóvar”.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Nobel a la escritora invisible

El premio de Literatura a la canadiense Alice Munro compensa el déficit histórico de reconocimiento a las mujeres

La Academia sueca solo ha galardonado a 13 autoras



Arriba, Herta Müller, Nadine Gordimer, Alice Munro y Elfriede Jelinek.
Abajo, Toni Morrison, Alfred Nobel y Doris Lessing. / 
SCIAMMARELLA
¿Soñaba Alice Munro con ganar el Nobel de Literatura? “Oh, no, claro que no. ¡Era una mujer! Sé que algunas lo han ganado, pero nunca lo pensé, porque la mayoría subestimamos nuestra obra”, respondió la escritora canadiense [...]. Munro recibirá el premio este martes, pero tendrá que hacerlo a distancia. A los 82 años, su estado de salud no le permite desplazarse a Estocolmo. [...]

 La escritora canadiense también representa a un colectivo que la Academia Sueca no siempre ha sabido reconocer: las mujeres. Sin embargo, hace dos décadas que la Academia se esfuerza en demostrar que ha dejado de ser un club privado para ancianos blancos y preferiblemente europeos. El reequilibrio entre géneros se encuentra a años luz de convertirse en realidad, pero las cifras demuestran el principio de un cambio. Desde la instauración del premio en 1901, los académicos suecos solo han premiado a trece escritoras. Siete de ellas han conseguido la recompensa desde 1991 —un 30% del total en las dos últimas décadas, frente al 7% anterior—, cuando la Academia empezó a prestar más atención a tradiciones literarias desatendidas y a figuras marginalizadas en el canon literario. Entre ellas, mujeres como Nadine Gordimer, Toni Morrison, Wislawa Szymborska, Doris Lessing o Herta Müller. Durante los cincuenta años previos, solo una mujer se había hecho con el premio: la alemana Nelly Sachs, escritora judía exiliada en Suecia durante la Segunda Guerra Mundial. Leer más

¿Somos novios?

El primer Diccionario (1734) incluía solo una definición de novio o novia: “El recién casado, o inmediato a casarse”. Después se le empezó a complicar el asunto a la Academia porque la realidad se transformaba. Hoy el novio es en primera acepción solamente la “persona que acaba de casarse” (“¡vivan los novios!”, se grita en el banquete). En la segunda acepción se define como la “persona que mantiene relaciones amorosas con fines matrimoniales”. Y en la tercera, la “persona que mantiene una relación amorosa con otra sin intención de casarse y sin convivir con ella”. O sea, el periodo previo a la boda es ya tan largo que caben una intención y su contraria.
En la vida real tenemos el novio que va a casarse y vive con su novia, el novio que va a casarse y no vive con su novia, el novio que no va a casarse y sí vive con su novia. Y finalmente, el novio que no va a casarse y no vive con su novia. Y por supuesto, la novia que no va a casarse y vive con su novio, la novia que vive con su novia, el novio que vive con su novio… Y además pueden darse casos de novios en que uno quiere casarse y el otro no.

Si algo en la vida no está del todo claro, lo normal es que el Diccionario lo note. Leer más