viernes, 8 de diciembre de 2017

Bernarda Alba también es un hombre

  • Con un reparto masculino, Carlota Ferrer dirige el clásico de García Lorca, todo un canto a la libertad de las mujeres

Y de pronto, desde un rincón del público, surge la voz de Bernarda Alba. Es un rugido feroz, una cruel amenaza: “En ocho años de luto, en esta casa no entrará el viento de la calle”. Así comienza la tragedia en esa casa de paredes blanquísimas, habitada solo por mujeres y cerrada al mundo por la viuda de Antonio María Benavides, su segundo marido. Unas mujeres que también son hombres. Una Bernarda que puede estar y está entre el público, entre cada uno de nosotros. Así lo vive la directora Carlota Ferrer (Madrid, 1977) que estrena un potente y radical montaje en el que las mujeres de esta obra escrita por Federico García Lorca en 1936, muy poco antes de morir, son aquí hombres. Es la visión feminista de este drama lorquiano, en medio de una sociedad cómplice del silencio, que se estrena el próximo día 14 en los Teatros del Canal, en Madrid, donde estará en cartel hasta el 7 de enero. Eusebio Poncela, en la piel de Bernarda Alba, encabeza un reparto en que los hombres (Ygor Yebra, Óscar de la Fuente, Jaime Lorente, David Luque, Guillermo Wickert, Arturo Parrilla y Diego Garrido) son los encargados de dar la palabra a las mujeres, acompañados de una sola actriz, Julia de Castro. Esto no es la casa de Bernarda Alba es el título de este espectáculo que combina teatro, imagen, poesía, música y danza.

“Muchos de los personajes de Lorca manifiestan su deseo de ser hombres para poder gozar de libertad”, explica Carlota Ferrer, codirectora junto con Dario Facal del Corral de Comedias de Alcalá de Henares, que firma esta versión de La casa de Bernarda Alba junto con el dramaturgo José Manuel Mora, con el que ganó el Premio Max al Mejor Espectáculo Revelación en 2015 por Los nadadores nocturnos. “Al poner en boca de hombres las palabras de Lorca se pone en evidencia la fragilidad de la mujer ante la visión dominante del orden heteropatriarcal y su gestión del mundo a través del miedo. Son hombres que narran una determinada historia de mujeres” añade la directora, tras un ensayo en una de las salas de los teatros del Canal, no sin antes advertir de la libertad absoluta que tiene como dramaturga para romper todo tipo de convenciones. Continúa en El País

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