sábado, 31 de enero de 2015

Jaime Gil de Biedma, canción de aniversario

  • En los albores de 1990 moría en Barcelona uno de los más destacados y queridos poetas de la Generación del 50



Marcos Ordóñez
¿25 años ya? Sí, esa es la cifra: 8 de enero de 1990. Voy más atrás, porque para mí la historia comienza antes. En 1975 cae en mis manos la primera edición de Las personas del verbo de Jaime Gil de Biedma. La portada en dominante granate, el tacto casi aterciopelado en mi recuerdo, la liviandad. Un libro breve, y sin embargo ahí estaba todo lo que mi adolescencia necesitaba. Subo a un autobús con la mirada hundida en sus páginas. Comienzo a leer y se difumina todo lo que hay alrededor, la lluvia emborronando el paisaje gris, anochece. Relumbra aquella alegría de vivir, aquella especial disposición del espíritu para olfatear la vida en un olor a cocina y cuero de zapatos; aquel don para atrapar al vuelo la visión de una cría bajo la tormenta, alzando unos zapatos rojos, “flamantes como un pájaro exótico” en una esquina del año malo; aquella fabulosa resolución de ser feliz “por encima de todo / contra todo / y contra mí de nuevo”, pese al dolor del corazón. Alzo la vista, el autobús está vacío; embebido en la lectura me he pasado mi parada y todas y estoy, literalmente, en las afueras, pero ahora tengo un guía. Hacía tiempo que no me pasaba con un libro lo que acababa de pasarme con Las personas del verbo.Hacía mucho tiempo que no me encontraba con una voz semejante. Como escribió su cofrade Gabriel Ferrater hablando de Josep Carner: “Palabras que duran mientras varían los días y se nos mudan los sentidos, ofrecidas para que las entendamos de nuevo: como una patria”. El texto completo en El País

No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
Jaime Gil de Biedma
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,

es el único argumento de la obra.

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