- Cuando el genio del idioma vence los anglicismos
Álex Grijelmo
El genio del idioma español es
lento. Él va acomodando a sus criterios a cuanto le cae cerca, pero nunca tiene
prisa por mucho que le apuremos. La historia de la lengua dispone de muchos
ejemplos que refuerzan esa idea.
Al árbitro de fútbol se le había
llamado en España referee, y al fuera
de juego, offside. Pero esos y otros
términos ingleses se tradujeron con el tiempo (a veces con mucho tiempo) y se
generalizaron. En el tenis ya no decimos out!
sino “¡fuera!”, ni smash sino “mate”…
Wagons-lit ha ido dejando paso a
“coches cama”, link a “enlace” y self-service a “autoservicio”. La
persona que cuida un niño por horas se llama ahora “canguro”, pero antes se
decía babysitter (literalmente,
sentadora de niños); y frente a “tomar el sol en top-less” va progresando la castiza expresión “tomar el sol en
tetas”.
Todo esto viene a cuento de que
ese mismo genio popular ha dado en la flor de denominar “un pincho” aquello que
se había venido llamando pendrive o pen
drive, o “memoria USB” (Universal
Serial Bus).
Frente a la idea del lápiz (¿?)
portátil (eso quiere decir pendrive),
frente a la denominación técnica de unas siglas en inglés, alguien imaginó lo
más básico; un instrumento ligero que se inserta en el ordenador como la aguja
moruna en la carne troceada.
Las metáforas crean palabras
desde los orígenes del español (y antes en latín); así, la sierra montañosa
nació de la sierra del carpintero, y del riego de los campos salió el riego
sanguíneo. Y la memoria mental dio nombre a la memoria electrónica.
He comprado algunas memorias USB
estas semanas, para lo que he pedido deliberadamente “un pincho” en las tiendas
de productos informáticos. Y me entregaron de inmediato lo que yo solicitaba.
Si hubiera entrado en un bar, habría obtenido sin duda algo muy diferente; pero
estas ambigüedades se suelen resolver gracias al contexto y al ambiente (como
sucede cuando decimos “voy a llamar a un canguro para que venga esta noche” o
“me he comprado una sierra para el taller”).
A veces sólo hace falta traducir
el término del inglés. Así sucedió por ejemplo con link y su derivado “linkar” (que ya van quedando en desuso ante los
evidentes “enlace” y “enlazar”). Pero en otras ocasiones se requiere algo más:
ver el objeto desde una nueva perspectiva. Eso sucedió en el fútbol, por
ejemplo, con “portero” (el que está en la portería) frente a goalkeeper (literalmente, “el
guardadador de la meta”, que dio “guardameta”). Y así parece estar ocurriendo
con “pincho”, que poco a poco almacenamos como hablantes en nuestra primitiva
memoria.
El texto íntegro en El País
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