- La RAE promueve la creación de la primera academia del judeoespañol y busca el acuerdo entre diversos estudiosos e instituciones para saldar una deuda histórica con los sefardí
A partir de 1492, no solo
salieron por la puerta de España judíos y moriscos. Llevaban también en las
entrañas sus lenguas. Entre ellas, el ladino. Como un milagro (y como parte
consustancial al destino de un pueblo nómada), dicha lengua se ha mantenido hasta
hoy. El último embate aniquilador que sufrió fue la shoa, donde fue agonizando, junto a miles de sus últimos hablantes,
en los campos de concentración. Aun así, pervivió. Y décadas después, antes de
que muera definitivamente desangrada en la saliva de la Historia, la Real
Academia Española (RAE) anda promoviendo la creación de una academia propia
correspondiente a la que tiene sede en Madrid y al resto de las que existen en
el mundo hispanohablante.
Darío Villanueva, director de la
RAE, lo considera fundamental: “Debemos solventar esta deuda histórica”,
asegura. Por eso ha puesto en marcha los mecanismos entre expertos e
instituciones para su consolidación en los próximos años. “Cuenta con el apoyo
de la Autoridad Nacional del ladino, del Centro Sefarad-Israel y del Gobierno
de Tel Aviv, donde tendría su sede”, comenta.
Al-Andaluz Project interpreta ´Morena´, canción tradicional sefardi
Shmuel Refael Vivante, miembro
del comité ejecutivo de la autoridad nacional y director del Centro Naime y
Yehoshua Salti para los estudios del ladino en la Universidad de Bar-Ilán, es uno
de los impulsores de la iniciativa. Ha dedicado su vida a recomponer los ecos
medio fantasmales que escuchaba en su seno familiar. “Esta lengua juega un
papel importante en mi vida. En mi casa se vertían palabras, expresiones,
refranes, costumbres y modales sefardíes. Incluso, canciones. Era la lengua de
la alegría, llenaba el espacio de mi madre con las vecinas y mi padre con
amigos y supervivientes del holocausto”.
Poco a poco, el ladino fue
perdiendo en Israel espacio frente al hebreo. “Actualmente existen en torno a
400.000 descendientes y conocedores del ladino en Israel”, añade Refael. Una
cifra que se extiende por el mundo en lugares donde recalaron los sefardís. “Ya
no en Holanda y Reino Unido, donde se ha perdido, pero sí por el norte de África
o los Balcanes y Turquía”, comenta la escritora Esther Bendahan, directora de
estudios judíos de Casa Sefarad-Israel.
“Habrá que consensuar su
denominación, para empezar”, afirma Bendahan. “Más que ladino seria quizás
judeoespañol o sefardí… Debería ser incluyente. En ocasiones se olvida que
existen muchas variantes que es importante abrazar. Y entender que estos
hablantes son también contemporáneos. Forma parte de la realidad de una lengua
que hablaban autores como Elias Canetti. Sería pactar con una realidad que
hasta ahora no ha sido tomada en cuenta”, añade la escritora.
Lo principal es salvarlo. La
diáspora y el holocausto lo hirieron de muerte. Pero existen peligros
contemporáneos que lo pueden rematar. De ahí la urgencia, para Fernando
Martínez Vara del Rey, encargado de relaciones institucionales de la Casa
Sefarad-Israel. “Frente a las amenazas, existen elementos a favor como las
posibilidades de comunicación que garantizan las redes sociales, o el apoyo de
los poderes públicos españoles a través de entidades de diplomacia cultural
como Instituto Cervantes o el propio Centro Sefarad-Israel. Una academia del
ladino que contará con el respaldo de la RAE y de la Autoridad Nacional de
dicha lengua, sería un organismo adecuado para velar por su salud y promover la
literatura como uno de los cauces habituales de expresión”.
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