- Los signos de entrada en las interrogaciones y las exclamaciones empiezan a desaparecer
La ortografía del español dispone de unos rasgos propios
para señalar en interrogaciones y exclamaciones dónde empiezan y dónde acaban
las palabras cuya curva melódica difiere del resto del discurso.
Sin embargo, los signos de entrada de tales cláusulas van
desapareciendo; y proliferan los mensajes, anuncios o rótulos en los que se
prescinde de esa ventaja.
La escritura ha mejorado mucho desde las remotas normas de
Carlomagno (siglo VIII), y en ese proceso evolutivo la Academia Española
incorporó en su ortografía de 1754 (páginas 125-129) el signo de apertura,
porque el de cierre por sí solo “no satisface siempre todo lo que es necesario”.
Tantos siglos de progresos se arruinan ahora con la nueva
costumbre, que ya no se puede escudar en ninguna carencia técnica de
ordenadores ni teléfonos.
El inglés y el francés no alumbraron esa duplicación (¡!,
¿?). Es cierto que en una gran parte de las expresiones interrogativas del
inglés la sintaxis ayuda a definir la pregunta mediante la alteración de los
términos, así como en una pequeña proporción del francés: “you are ready” /
“are you ready?”; “tu es prête” / “es-tu prête?” (en español no cambia el
orden: “estás preparada” / “¿estás preparada?”). Pero aquellas sintaxis de la
viceversa no alcanzan para delimitar todas las preguntas, y algunas
interrogaciones y exclamaciones largas se convierten en ambiguas porque no se
sabe dónde empiezan. Ni siquiera se sabe si son interrogaciones… hasta que
llega el signo de cierre. Esas dos lenguas tampoco pueden competir con nuestra
ortografía cuando el énfasis va inserto en una oración, algo que el español
resuelve bien: “Y quisieron pagarme ¡cien! euros al mes”.
España organizó una reacción descomunal y eficaz en 1989
cuando la autoridad europea tuvo en estudio desautorizar la exigencia de
nuestro Gobierno de que los teclados de ordenadores de importación incluyeran
la letra eñe. Esto lo tomamos como una agresión, y a partir de ahí la eñe
simbolizó la identidad del idioma español. Incluso llamamos ya a nuestra
triunfal selección de baloncesto “la ÑBA”.
Frente a aquel arrebato de amor propio de hace 27 años, hoy
se observa con cierta lenidad la falta de ortografía que consiste en suprimir
los signos de entrada en interrogaciones y exclamaciones; y muchos docentes
pasan por alto tal deterioro expresivo en los exámenes de sus alumnos.
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