- En el 150 aniversario del nacimiento del autor de Luces de
bohemia, uno de sus nietos escribe una biografía en la que aclara las mentiras
sobre el escritor
Winston Manrique Sabogal
Ramón del Valle-Inclán
Joaquín del Valle-Inclán Alsina, nieto del autor de Luces de
bohemia, aclara y desmiente todo aquello que está en el imaginario colectivo.
Lo hace cuando se cumplen 150 años del nacimiento de su abuelo (Villanueva de
Arosa, 28 de octubre de 1866-Santiago de Compostela, 5 de enero de 1936), a
través de la biografía Ramón del
Valle-Inclán. Genial, antiguo y moderno (Espasa).
Es la primera vez que un familiar del autor de Luces de bohemia, cuya vida parece haber
girado alrededor de lo extravagante, intenta poner las cosas en su sitio.
El nieto asegura que la leyenda de su abuelo, maestro del
modernismo, la sátira y el esperpento, está distorsionada, y a ello han
contribuido muchos de sus biógrafos que no contrastaron la información. El
retrato que existe es el de un Valle-Inclán sacado de alguna de sus piezas de
teatro, novelas o cuentos. Por esa razón, el biógrafo asegura haber hecho una
obra desapasionada y alejada de la tentación de hacer literatura. Ha manejado unas
8.000 fichas, docenas de recortes de prensa y manuscritos, hablado con personas
que lo conocieron y con los recuerdos de lo contado por su padre, Carlos.
No era mal actor: “Su carrera como actor se vio frustrada
cuando en 1899 perdió el brazo. El teatro le gustaba muchísimo. Y no es como se
ha dicho que el ceceo contribuyó a su salida del teatro. El ceceo no existía”.
No era pobre: “Ni tampoco pasó tantas penurias. Cuando llegó
por segunda vez a Madrid, tras su paso por México, en 1895, lo hizo como
funcionario del Estado con un sueldo de 2.000 pesetas anuales, alto para la
época. Eso lo tuvo, como mínimo hasta el 99 cuando perdió el brazo. Es entonces
cuando se ve obligado a ser literato profesional y sus colaboraciones en la
prensa aumentan. Es la forma que tiene de ganarse la vida. No le gusta, pero
tiene que aguantarse. Eso le da para vivir y su nivel está por encima de la
media de los madrileños. Así está hasta 1905 o 1906. Entonces ya sus libros se
venden relativamente bien y colabora menos en la prensa. Además, con la
agricultura ganó dinero. Durante sus últimos años también fue funcionario”.
No era de izquierdas: “Se hubiera muerto de risa al oír que
era de izquierdas. Una cosa es que en sus obras diera esa imagen y otra que en
la vida real lo fuera. Desde muy joven, ya en 1888 se declaró carlista, y Rubén
Darío lo dijo en 1899. No había nadie más opuesto. A él le gustaba el hombre
fuerte, el conductor de masas, el que conoce el espíritu del pueblo, el
absolutista. Le gustaba poco la idea del parlamento y el voto democrático.
Venía de la etapa de la restauración y sabía que había cosas amañadas. Tenía
gran desconfianza en el sistema parlamentario. Su ideal era la de una especie
de tirano culto y amable”.
No era antirreligioso: “Era muy religioso, aunque un
católico poco ortodoxo. El problema es distinguir entre religiosidad y
espiritualidad o lo religioso como norma. En la I Guerra Mundial, una de las
razones por las que apoyó a Reino Unido y Francia fue porque consideraba que los alemanes iban a acabar
con el catolicismo. Para mi abuelo el Tiempo es el demonio y la quietud la
divinidad. Lo inmóvil es la perfección. La idea de que el tiempo no pasa. Luces de Bohemia está mal interpretada
por algunos porque es una obra que trata de muerte y religión”.
No tomaba drogas: “Comenzó a tomar drogas en 1908. Así se lo
confesó a un periodista en A Coruña. Cuenta que tomaba cáñamo índico, lo que
hoy sería el hachís, por prescripción médica por su dolencia de los papilomas
en la vejiga. Las drogas eran muy frecuentes en la prensa madrileña de la
época. La consumió hasta 1926, fumada o en píldoras".
No era bohemio: “No lo era, primero porque la bohemia no
existía. No porque existieran tres o cuatro personajes estrafalarios se puede
hablar de bohemia. Hay opiniones suyas en las que dice que le da asco la
bohemia, “un club de cuellos sucios y del mal vino. Ese espíritu ha sido
exagerado”.
No era tan abierto: “Era un hombre muy reservado con su vida
privada. No hay manera de entrar en él. No dejó cartas, ni memorias, ni diarios
en los que expresara sus sentimientos. Ese es el gran problema para acercarse a
sus sentimientos y psicología. Se sabe, a veces, su estado de ánimo general.
Por eso es difícil hacer aquí psicología a un cadáver”.
Winston Manrique Sabogal
Ramón del Valle-Inclán |
Joaquín del Valle-Inclán Alsina, nieto del autor de Luces de
bohemia, aclara y desmiente todo aquello que está en el imaginario colectivo.
Lo hace cuando se cumplen 150 años del nacimiento de su abuelo (Villanueva de
Arosa, 28 de octubre de 1866-Santiago de Compostela, 5 de enero de 1936), a
través de la biografía Ramón del
Valle-Inclán. Genial, antiguo y moderno (Espasa).
Es la primera vez que un familiar del autor de Luces de bohemia, cuya vida parece haber
girado alrededor de lo extravagante, intenta poner las cosas en su sitio.
El nieto asegura que la leyenda de su abuelo, maestro del
modernismo, la sátira y el esperpento, está distorsionada, y a ello han
contribuido muchos de sus biógrafos que no contrastaron la información. El
retrato que existe es el de un Valle-Inclán sacado de alguna de sus piezas de
teatro, novelas o cuentos. Por esa razón, el biógrafo asegura haber hecho una
obra desapasionada y alejada de la tentación de hacer literatura. Ha manejado unas
8.000 fichas, docenas de recortes de prensa y manuscritos, hablado con personas
que lo conocieron y con los recuerdos de lo contado por su padre, Carlos.
No era mal actor: “Su carrera como actor se vio frustrada
cuando en 1899 perdió el brazo. El teatro le gustaba muchísimo. Y no es como se
ha dicho que el ceceo contribuyó a su salida del teatro. El ceceo no existía”.
No era pobre: “Ni tampoco pasó tantas penurias. Cuando llegó
por segunda vez a Madrid, tras su paso por México, en 1895, lo hizo como
funcionario del Estado con un sueldo de 2.000 pesetas anuales, alto para la
época. Eso lo tuvo, como mínimo hasta el 99 cuando perdió el brazo. Es entonces
cuando se ve obligado a ser literato profesional y sus colaboraciones en la
prensa aumentan. Es la forma que tiene de ganarse la vida. No le gusta, pero
tiene que aguantarse. Eso le da para vivir y su nivel está por encima de la
media de los madrileños. Así está hasta 1905 o 1906. Entonces ya sus libros se
venden relativamente bien y colabora menos en la prensa. Además, con la
agricultura ganó dinero. Durante sus últimos años también fue funcionario”.
No era de izquierdas: “Se hubiera muerto de risa al oír que
era de izquierdas. Una cosa es que en sus obras diera esa imagen y otra que en
la vida real lo fuera. Desde muy joven, ya en 1888 se declaró carlista, y Rubén
Darío lo dijo en 1899. No había nadie más opuesto. A él le gustaba el hombre
fuerte, el conductor de masas, el que conoce el espíritu del pueblo, el
absolutista. Le gustaba poco la idea del parlamento y el voto democrático.
Venía de la etapa de la restauración y sabía que había cosas amañadas. Tenía
gran desconfianza en el sistema parlamentario. Su ideal era la de una especie
de tirano culto y amable”.
No era antirreligioso: “Era muy religioso, aunque un
católico poco ortodoxo. El problema es distinguir entre religiosidad y
espiritualidad o lo religioso como norma. En la I Guerra Mundial, una de las
razones por las que apoyó a Reino Unido y Francia fue porque consideraba que los alemanes iban a acabar
con el catolicismo. Para mi abuelo el Tiempo es el demonio y la quietud la
divinidad. Lo inmóvil es la perfección. La idea de que el tiempo no pasa. Luces de Bohemia está mal interpretada
por algunos porque es una obra que trata de muerte y religión”.
No tomaba drogas: “Comenzó a tomar drogas en 1908. Así se lo
confesó a un periodista en A Coruña. Cuenta que tomaba cáñamo índico, lo que
hoy sería el hachís, por prescripción médica por su dolencia de los papilomas
en la vejiga. Las drogas eran muy frecuentes en la prensa madrileña de la
época. La consumió hasta 1926, fumada o en píldoras".
No era bohemio: “No lo era, primero porque la bohemia no
existía. No porque existieran tres o cuatro personajes estrafalarios se puede
hablar de bohemia. Hay opiniones suyas en las que dice que le da asco la
bohemia, “un club de cuellos sucios y del mal vino. Ese espíritu ha sido
exagerado”.
No era tan abierto: “Era un hombre muy reservado con su vida
privada. No hay manera de entrar en él. No dejó cartas, ni memorias, ni diarios
en los que expresara sus sentimientos. Ese es el gran problema para acercarse a
sus sentimientos y psicología. Se sabe, a veces, su estado de ánimo general.
Por eso es difícil hacer aquí psicología a un cadáver”.
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