Emplear “este agua” en vez de “esta agua”: se
trata de un error extendido en España y muy raro en América este de alterar el
género del adjetivo determinativo cuando le sucede un sustantivo femenino que
comienza por a tónica.
La doctrina académica es tan clara como el agua
(o como esta agua): ante tal palabra y otras similares, estos determinativos
deben ir en forma femenina (Diccionario panhispánico de dudas, en la entrada ‘agua’).
Las palabras que empiezan por a tónica (es decir, la que recibe el acento prosódico o acento de voz) van precedidas de artículo masculino o adjetivo determinativo femenino. Pero de repente llegan las excepciones. ¿Qué hacemos con los artículos y los adjetivos que precedan a la palabra árbitra, ahora que algunas han ascendido de jueces de línea (o juezas, si se prefiere así) a colegiadas? Con arreglo a la norma, deberíamos decir “el árbitra”. ¿O preferimos “la árbitra”? ¿O “la árbitro”? ¿Y “este árbitra”?Bibiana Steinhaus, primera mujer que dirige un partido en la máxima categoría del fútbol alemán |
Pero podemos ir algo más allá, porque nos hallamos una vez más ante las diferencias entre género y sexo (tan difuminadas hoy en el léxico político y periodístico): esa distancia entre la gramática y la biología. Con la gramática en la mano, no distinguimos entre el águila y el águilo, ni entre el hacha y el hacho, ni entre el agua y el aguo. Pero sí entre el árbitra y el árbitro, ya que ambos tienen diferenciados tanto el sexo como el género, frente a lo que ocurre en los otros casos. Así que en esta oportunidad puede desdoblarse el artículo: la árbitra y el árbitro; y “este árbitro”, “esta árbitra”.
Por tanto, debemos decir, si queremos expresarnos conforme a la norma culta del idioma, “el agua” y “la árbitra”, “esta agua” y “esta árbitra”. Las reglas admiten sus excepciones, pero casi siempre las excepciones tienen a su vez una norma, o su explicación, su origen. Y cualquiera puede equivocarse, por supuesto. Incluso en el lugar menos adecuado. Uf
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Bibiana Steinhaus hace historia en la Bundesliga
Por tanto, debemos decir, si queremos expresarnos conforme a la norma culta del idioma, “el agua” y “la árbitra”, “esta agua” y “esta árbitra”. Las reglas admiten sus excepciones, pero casi siempre las excepciones tienen a su vez una norma, o su explicación, su origen. Y cualquiera puede equivocarse, por supuesto. Incluso en el lugar menos adecuado. Uf
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