Una estatura del Quijote en el pueblo toledano. / AGE FOTOSTOCK |
Juan Cruz | El País | 11 AGO | 2013
En marzo de 1979
lo primero que preguntó el viajero en El Toboso fue si alguien se llamaba
Dulcinea en la patria de la princesa de Don Quijote. Y nadie se llamaba
entonces Dulcinea en El Toboso. Pero ese mismo año, en mayo, nació una niña a
la que su madre quiso llamar Dulcinea, y hasta ahora es la única Dulcinea de El
Toboso. Tiene 34 años, es química y trabaja en Londres. En agosto veranea aquí,
con sus padres, María Luisa Marín, auxiliar administrativa, y José Luis Ortiz,
farmacéutico. Él fue alcalde.
La Dulcinea real es ingeniera de procesos químicos en una empresa
que se dedica a las prospecciones petrolíferas. Buscó empleo en España y en la
pesquisa halló este trabajo inglés. Su nombre es único; lo que le ha
sorprendido al decirlo es que tantos ingleses conozcan la obra magna de
Cervantes, aunque ella tiene que deletrear, o resumir, su nombre: “Dulce, o
Dulci”. Querría volver, pero Inglaterra ya la tiene atrapada. Y viene en
Navidad, en carnaval, en verano. Dulcinea veranea en El Toboso. Ahora ya sabe
que cuando nació este pueblo, por ejemplo, no tenía agua potable.
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