sábado, 22 de agosto de 2020

Pie de foto / 33 Los amantes clandestinos

 

Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños
https://www.facebook.com/jesusalberto.perezcastanos

Los amantes clandestinos dejaban cartas manuscritas en buzones como este. Las figurillas pajareras y cursis inspiraron a los primeros mensajeros al iniciarse la reclusión obligada –explicaron, donosos, cuando se descubrió la trama- y en los contadores se han registrado los besos perdidos –revelaron, burlones-. La red se extendió durante la pandemia que aisló la ciudad y encerró a la gente en sus casas. Los primeros días hubo algún desconcierto entre quienes, conociendo cada rincón del cuerpo de su amante, no identificaban su caligrafía. Cuando se difundió este suceso, a nadie le extrañaron las salidas temerarias   –la policía vigilaba las calles y la enfermedad invisible envenenaba el aire-, pues la clandestinidad y la pasión cubren de osadía el corazón más cobarde.

El roce de aquellos billetes aliviaba la ausencia de la piel amada, reconocían el anhelo de las miradas en la escritura irrepetible y en el trazo de cada letra sentían el dibujo de las caricias deseadas.

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