lunes, 16 de julio de 2018

Postureo vence a pose


  • El “locutor” ya desplazó al ‘speaker’ y ahora estamos viendo que “pincho” le pelea el espacio a ‘pendrive´




Ante las palabras llegadas de otras lenguas los hablantes decidimos entre dos opciones: aceptar que el término ajeno se incorpore al uso general mediante una escritura acorde con la morfología del español (por ejemplo “fútbol”)  o bien rechazarlo a cambio de una alternativa creada con los propios recursos del idioma español.

La decisión, eso sí, se hace esperar. Pero de ese modo la palabra “árbitro” sustituyó al anglicismo referee que se leía en las crónicas futbolísticas de principios del siglo XX, en las que también se encontraba a cada rato la grafía footballístico. El “locutor” desplazó al speaker, y de igual manera estamos viendo con nuestros propios ojos de hoy que “pincho” empieza a pelearle el espacio a pendrive. Y también observamos cómo el antes habitual vocablo de origen francés “pose” deje su espacio a “postureo”.

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“Pose” no salía del antiguo “posar” (que procede del latín pausare: tomar descanso, parar; y de ahí “posada”), verbo que desde antiguo significa en castellano “descansar” o “ponerse en un sitio” (“el pájaro se posó sobre la rama”), sino que deriva de poser en francés y equivale en este caso a “permanecer en determinada postura para servir de modelo a un pintor o escultor” (convendría añadir al fotógrafo, por cierto). En esos posados se adoptaba una actitud forzada, rígida, ciertamente antinatural. Y por eso se empezó a decir que alguien “adopta una pose” cuando finge algo.

Esta locución triunfó desde principios del siglo XX, y la palabra “pose” fue acogida bajo el manto académico en 1927, con esta definición: “Galicismo por ‘posición’, ‘postura’, ‘actitud”. En 1985 se agregó la precisión de que se refiere a una “postura afectada para producir un determinado efecto”. Y con el destilado de todo ese proceso, el Diccionario actual define ya “pose” como “postura poco natural y, por extensión, afectación en la manera de hablar y comportarse” (definición inalterada desde 1992).

Y resulta que “postureo” equivale precisamente en muchísimos contextos a esa vieja “pose” galicista.

La flamante definición de “postureo” incorporada en 2014 expresa lo mismo que la aplicada antes a “pose” en sentido figurado, aunque con distintas palabras: “Actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción”. (Donde “postura afectada” significa “falta de sencillez y naturalidad”, “extravagancia presuntuosa en la manera de ser, de hablar, de actuar, de escribir, etcétera”).

Así, al galicismo “pose” y a su origen en el verbo francés poser le hemos opuesto “postureo” y su formación a partir de “postura” y del verbo “posturear”. Extracto del artículo de Álex Grijelmo publicado en El País



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