martes, 5 de enero de 2016

El cuento de nunca acabar

  • ¿Qué tienen en común The walking dead, El Quijote y Las mil y una noches?
  • Los recursos para mantener la atención del espectador enlazan las series con mecanismos de las narraciones del pasado.
JOSÉ ANTONIO MILLÁN 3 ENE 2016 

El protagonista de The Walking Dead descubre que el presunto refugio contra los zombis en realidad es una trampa, que encierra a todos sus compañeros, y se acaba la temporada. La primera ministra en la serie danesa Borgen concluye unas difíciles conversaciones de paz cuando le avisan de que su hija está en el hospital, y se acaba el episodio. El protagonista de la cuarta parte de Las vampiras, película dividida en 10 partes (1915-1916), proclama —en un cartel, porque es cine mudo—: “¡Hay un traidor entre nosotros!”, y se termina la entrega. En uno de los 80 capítulos del serial radiofónico Ama Rosa (1959), el médico le dice a la madre que debe dar en adopción a su hijo recién nacido, y suena la sintonía musical del final. Pero también Don Quijote está a punto de batirse en duelo con un vizcaíno, ambos tienen las espadas en alto, y se cierra el capítulo.
El truco de detener una narración en el punto culminante es muy antiguo y no lo inventaron ni los guionistas de las series televisivas del siglo XXI, ni los autores de seriales radiofónicos del franquismo, ni siquiera los novelistas del Siglo de Oro. Se remonta al siglo IX, o antes. Los anónimos compiladores de las Las mil y una noches hacen que Sherezade, condenada a muerte tras una noche con el rey, como todas sus esposas, obtenga un día más de vida interrumpiendo su relato. Ante eso el rey sólo puede concluir: “¡Por Alá! No la mataré hasta que haya oído la continuación de su historia”.
El deseo de saber qué va a ocurrir tras un final de suspense puede ser muy poderoso. 

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