domingo, 17 de mayo de 2015

Todas las voces del español

El idioma español es la suma de las maneras de hablarlo, como dejó escrito el filólogo mexicano Antonio Alatorre. Pero ¿conocemos todas sus variedades?

La inmensidad del léxico hispano y su distribución por zonas tiene pendiente todavía un trabajo enciclopédico: el ‘Diccionario del español universal’. Algunos están ya en ello



La lengua española goza de una gran unidad, casi nadie lo pone en duda. Dos hispanohablantes de cualquiera de los países que tienen este idioma como oficial y que acaben de conocerse se entenderán sin problema, a pesar de que de vez en cuando surjan en su diálogo tres tipos de palabras conflictivas (en muy diferente grado):

1. Las que uno de los dos no reconoce como parte de su léxico pero entiende perfectamente, sobre todo porque es capaz de deducir sus cromosomas: un español no se bañará en una “pileta”, pero sabrá a qué se refiere su interlocutor argentino cuando le proponga nadar un rato en ella.
2. Aquellas otras que se desconocen por completo: ¿qué querrá decir un mexicano que se refiere a su achichincle? (ayudante de poca monta).
3. Los términos que se conocen pero no significan lo mismo en según qué sitio (huiremos del verbo que surge de inmediato, pero podemos hablar de la “polla” –apuesta– o de la “cola” –trasero–; o recordar que cuando un venezolano “exige” algo, sólo está rogándolo encarecidamente).

Desponchador: Recauchutados, en México
En cualquier caso, se trata de pequeñísimas dificultades que se suelen superar con el contexto. De todas formas, ¿no estaría bien elaborar un Diccionario internacional de la lengua española que contuviese todas las palabras del español general (las que entiende cualquier hablante) y además el término más común o mayoritario en los distintos países y, aparte, los casos en que se dan divergencias entre ellos? ¿Y podría llamarse Diccionario del español universal?
Pues bien, ese proyecto existe. Desde 1997, y coordinado por el prestigioso lingüista mexicano Raúl Ávila, participan en él 26 universidades de 20 naciones (en España, las universidades de Alcalá y de Almería), algunas de ellas de países que no tienen el español como lengua oficial; pero nadie sabe cuándo se podrá terminar. El proyecto va caminando, y consiste en que esos centros académicos promuevan líneas de investigación que encajen con él.

El empeño se denomina oficialmente Difusión del Español por los Medios (DIES-M), un título modesto: ante la imposibilidad de abarcar con un sentido científico el vasto mundo del idioma, los filólogos involucrados se han dedicado a analizar el vocabulario de los medios de comunicación de todos los países, para extraer sus afinidades y sus divergencias. De momento, ya han comprobado que más de un 90% del léxico forma parte del “español general” (esas palabras como mesa, silla, soñar, dormir…). Y que también se dan divergencias, por supuesto; escasas, pero que acarrean sus problemas.

Escultura de León Ferrari
Ese futuro diccionario que ahora parece más bien un sueño contendrá algún día el listado de las miles y miles de palabras comunes (“cabeza”, “zapato”, “bosque”, “casa”…) y también el de las variantes con mayor número de usuarios cuando se den distintas opciones para un mismo concepto; pero se cruzará este último dato con la dispersión del vocablo (es decir, con el número de países donde se emplee, pues no se considera suficiente con ganar por cantidad de hablantes, que para eso México se bastaría en la mayor parte de los casos). Por ejemplo, entre las variantes “acera”, “vereda”, “andén”, “sendero” o “banqueta” (todas las cuales nombran lo mismo), la ganadora sería “acera”, como se dice en España y otros países. Sin embargo, tanto España como México, que suman más de 144 millones de hablantes, perderían la batalla ante las opciones “ordenador”, “computador” y “computadora”. Ganaría “computador”, que no se oye ni en México ni en España.

En España se dice “coche”. Pero “carro” en México, Guatemala, Costa Rica, Panamá, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia, Venezuela y Perú. En Cuba usan “máquina” (también en la República Dominicana y Puerto Rico), mientras que “auto” se oye con mucha frecuencia en Argentina, Chile y Uruguay. Ahora bien, en todos esos países se conoce como equivalente general la palabra “automóvil”. Ésta sería, por tanto, la voz adecuada para un texto que aspirase a ser recibido como natural por el 100% de los hablantes, aunque sólo a un 35,5% le brote su uso en una conversación.

El proyecto, en resumen, pretende abarcar el estudio de las principales variantes del idioma, jerarquizadas por su grado de difusión internacional, nacional y regional a través de los medios. De tal modo, quienes fueran capaces de usar ese “español internacional” en la comunicación verían reducidas las barreras léxicas para sus proyectos, ya fueran editoriales, periodísticos o tecnológicos.


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