miércoles, 16 de mayo de 2018

Llevamos 800 años diciendo "guay"


"Guay" es una de las palabras que más asociamos a los años 80. Durante una época, todo fue guay, al menos para los que por aquel entonces eran jóvenes. Fue una de las palabras que marcó la década, junto con "dabuten", "tronco" y "yupi", entre otras.

Pero "guay", al contrario que "demasié", ha sobrevivido con cierta dignidad. Ya no es tan guay como lo fue entonces, claro, pero la usan incluso Amaia y Alfred, estrellas de Operación Triunfo, que recientemente afirmaron que “ganar Eurovisión sería superguay”.

Pero no se trata de una palabra nacida hace 40 años. Tiene siglos, aunque en su origen significaba todo lo contrario. Como recoge el Diccionario de dichos y frases hechas de Alberto Buitrago Jiménez, “se usaba desde el siglo XIII como una especie de interjección de lamento, con el significado aproximado de ay”.

El diccionario de la RAE sigue recogiendo también esta acepción. Su origen, se explica, es onomatopéyico, aunque el diccionario etimológico de Joan Corominas lo remonta al gótico wái, con ese mismo significado. Esta última palabra es el origen del término alemán Weh, que significa dolor.

Con ese sentido aparece en El Quijote, como recuerda Mar Abad en su libro De estraperlo a #postureo: “Envíanos ya al sin par Clavileño, para que nuestra desdicha se acabe; que si entra el calor y estas barbas duran, ¡guay de nuestra ventura!”, exclama Sancho Panza. Antes ya se recogió en la Historia de Jerusalén, escrita por Jacobo de Vitriaco en el siglo XIV: “Guay de vos, mesquinos, que tal fe tenedes onde despues de la muerte avedes de sofrir tormentos”. Y en los escritos del Arcipreste de Talavera, del siglo XV: “Guay del que duerme solo”.

En el siglo XVIII se funda la Real Academia de la Lengua, que recoge el término en su primer diccionario, el de Autoridades de 1734. La entrada es muy escueta: “Véase Ay”. Debajo consta la expresión “tener muchos guayes”, con la que se da a entender “que alguno padece grandes achaques y dolores, o muchos contratiempos de la fortuna”.

De guay 😩 a guay 😊
La palabra “quedó en el olvido a partir del siglo XVIII para ser recuperada recientemente, aunque con otro significado, en el lenguaje juvenil”, escribe Buitrago Jiménez. Fue sobre todo en los 80 cuando se comenzó a usar, explica Abad en su libro, para algo que además de bueno y estupendo “era moderno. Un botijo jamás sería guay. Guay era una moto, una canción, una persona. El mero uso del término ya hacía guay a su hablante”.

No queda claro por qué cambió el significado de esta palabra, pero hay al menos un ejemplo muy anterior de su uso como sinónimo de estupendo en la zarzuela La cruz de los humeros, de 1861. En el mismo verso sale además un antepasado del también ochentero dabuten: “Salero de buten guay / via la gente é mi tierra”. Esta zarzuela estaría fetén, de lo más chachi de la época, tronco (perdón).

Se trata en definitiva de un autoantónimo, una palabra que significa una cosa y la contraria, como "enervar" y "sancionar", por ejemplo. Continúa en El País


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