La Tizona en el Museo de Burgos. Foto de Patricia González |
Más de mil años después de dejar de servir a Rodrigo Díaz de
Vivar, considerado su primer dueño, la Tizona, la histórica espada del Cid
Campeador, ha sido protagonista de un largo pleito judicial al que ahora ha
puesto fin el Tribunal Supremo. La sala de lo Civil ha determinado que José
Ramón Suárez-Otero Velluti, XVI marqués de Falces, era el titular por herencia
de la espada y podía disponer íntegramente de ella, como hizo al venderla en 2008
por 1,5 millones de euros. Los compradores, un grupo de empresarios burgaleses,
la donaron luego a la Junta de Castilla y León.
La Tizona, una espada de 93 centímetros de largo y 4,5 de
ancho forjada posiblemente en Sevilla, fue depositada en julio de 1944 en el
Museo del Ejército de Madrid, donde permaneció expuesta al público hasta que en
2007, el actual marqués de Falces la vendió por 1,5 millones de euros a un
grupo de empresarios que la donó a la Junta de Castilla y León. El Gobierno
castellano-leonés depositó la espada en el Museo de Burgos y fue entonces
cuando las herederas de Pedro Velluti conocieron la existencia de la Tizona y
se plantearon la posibilidad de que fuera parte su herencia. Pero el Supremo no
les ha dado la razón. La noticia completa en El País
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