Obra satírica atribuida a los hermanos Bécquer |
La locución “en pelota” ya la recogía el diccionario de
Francisco Sobrino en 1705 con el significado de “en cueros”. Y la primera obra
de la Academia la incorporó poco después (1737) como “modo adverbial que vale
‘totalmente desnudo o en cueros”.
Tal uso de “en pelota” parece ser un derivado burlesco de
“piel” (pellis, en latín), y desde
luego no guarda ninguna relación etimológica con ciertas formas del cuerpo
humano.
A Sancho Panza le quitaron el gabán y lo dejaron “en pelota”
(el Quijote contiene cinco usos similares).
Sin embargo, una entendible etimología popular dio en la
flor de extender el plural “en pelotas”, confundiendo la piel con sus
redondeces. Los escritores rechazaron durante siglos esa versión vulgar (así la
marca Manuel Seco en su Diccionario del
español actual), salvo si deseaban precisamente reproducir un lenguaje
popular.
Algunos novelistas incorporaron luego a su propio lenguaje
la opción “en pelotas” (García Márquez entre ellos). Y la Academia (tras algún
titubeo) da por buenas desde 2001 las dos posibilidades.
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