martes, 27 de septiembre de 2016

Se oye mucho 'podcast'

La palabra podcast procede de la contracción de iPod (reproductor de bolsillo de sonido digital) y broadcasting (difusión). Su primer uso público llevaba la firma del periodista británico Ben Hammersley el 12 de febrero de 2004 en The Guardian. (Bueno, en realidad, escribió “podcasting”, de donde derivó “podcast”). El significado fue cambiando, pero el significante permanece.

En español se ha aportado como equivalente la voz “audio”, un término latino de más de 2.000 años capaz de sustituir al modernísimo podcast en la mayoría de los contextos. Pero enseguida vendrá alguien a decir que no es lo mismo un audio que un podcast.

Ese falso argumento de la precisión olvida que en el “café” de la esquina nos dan tanto un café como un refresco; que encendemos “mecheros” sin mecha; que el “ascensor” también desciende y que la “mesilla de noche” no desaparece durante el día. Las palabras nombran, no definen. Y una vez que nombran, son ellas las definidas.

Por tanto, si allá donde se dice “escuchen los podcasts de nuestra emisora” se cambiara el anglicismo por el vocablo “audios”, cualquiera entendería de qué se trata y no se levantarían barreras idiomáticas ni se contribuiría a acentuar el conocido complejo de inferioridad hispano.

En cuanto a los podcasts de imágenes (porque la palabra inglesa no sabe diferenciar entre imagen y sonido), la analogía sobreviene enseguida: “Vea nuestros vídeos”.

En uno y otro caso, nos suelen invitar también a “bajarlos” o “descargarlos”, calcos semánticos de download. Y los mismos que argumentan contra la supuesta imprecisión de “audio” pasarán por alto que los audios y los vídeos no cambian de sitio al bajarlos o descargarlos, sino que permanecen en su lugar de origen cuando los copiamos, duplicamos o reproducimos.


Y todo esto es lo que sucede: cualquier alternativa en español recibe disparos, mientras que el anglicismo obtiene beneplácitos incluso si incurre en una incongruencia. Nuestra baja autoestima cultural funciona así.

Palabras que comienzan por W y X en español

Ilustración: Luis Demano

La W es la letra que menos palabras encabeza en el diccionario: apenas 28 en la última edición. Aproximadamente, el 0,02%.

Como explica el propio diccionario, esta consonante se usa para representar “el fonema consonántico bilabial sonoro -/b/- en palabras de origen germánico, como en Wamba, wagneriano, Westfalia, y en topónimos y antropónimos del polaco o el neerlandés, como en Kowalski, Van der Weyden, y una /u/ semiconsonante en los anglicismos, como en washingtoniano o whisky, además de en voces transcritas de otras lenguas, como en wau”.

La W fue la última letra en incorporarse al abecedario español. Se incorporó oficialmente con la publicación de la Ortografía de 1969. Llega a nuestro abecedario para representar fonemas de las lenguas germánicas, pero a muchos les extrañará que ya se usara en la Edad Media en la escritura de determinados nombres extranjeros.

Muchas palabras con w en origen se habían incorporado antes al diccionario, pero cambiando la w por la v, como en el caso de vagón o váter, por ejemplo. En las que la w ha sido sustituida por una v, el origen de las palabras suele ser inglés; mientras que suelen ser alemanas en las que ha sido sustituida por gu (guerra, gualda, guardia).

En algunos casos, la RAE ha propuesto adaptaciones al español, como en el caso de güisqui, cuyo uso recomienda, pero casi nadie sigue, como admite el Diccionario Panhispánico de Dudas, que añade que esta adaptación “permite evitar los errores frecuentes que se cometen al intentar reproducir la grafía inglesa. Deben desecharse otros intentos de adaptación poco arraigados, como wisqui. Para designar el establecimiento donde se sirven güisqui y otros licores, se recomienda el empleo de la forma güisquería.

La X es la penúltima letra que más palabras encabeza: 45, apenas el 0,05% del total. La letra tiene origen griego, si bien hay que decir que los griegos representaban el sonido /ks/ con un signo derivado del samek fenicio, dejando el signo X para el sonido gutural sordo /x/ correspondiente a la j del español moderno.

El Diccionario panhispánico de dudas explica que “en la Edad Media, la grafía x representaba un sonido palatal fricativo sordo, cuya pronunciación era muy similar a la de la sh inglesa o la ch francesa actuales. Así, palabras como dixo (hoy dijo) o traxo (hoy trajo) se pronunciaban [dísho] o [trásho] (donde [sh] representa un sonido parecido al que emitimos cuando queremos imponer silencio)”.

Este sonido arcaico “se conserva en el español de México y de otras zonas de América en palabras de origen náhuatl, como Xola [shóla] o mixiote [mishióte] (no en Xochimilco, en donde la x suena como /s/), y en la pronunciación arcaizante de ciertos apellidos que conservan su forma gráfica antigua, como Ximénez o Mexía”.

El diccionario añade que en el siglo XVI, este sonido evolucionó “hasta convertirse en el sonido velar fricativo sordo /j/, que en la escritura moderna se representa con las letras j o g (ante e, i)”.

La grafía se conserva en varios topónimos americanos, como México, Oaxaca y Texas, y en variantes americanas de algunos nombres propios de persona, como Ximena. Eso sí, todos estos nombres se han de pronunciar con sonido /j/. “También quedan restos de esta x arcaica en algunos topónimos españoles que hoy se pronuncian corrientemente con sonido [k + s], como Almorox, Borox, Guadix y Sax. Sus gentilicios respectivos (almorojano, borojeño, guadijeño y sajeño) demuestran que, en su origen, la x que contienen se pronunciaba /j/”.

Wahabismo. Movimiento musulmán integrista que defiende una vuelta radical a la pureza del islam de los orígenes y se opone a todo tipo de innovaciones.

Walkman. Reproductor portátil de casetes provisto de auriculares. Viene de la marca registrada de Sony y lo curioso de esta palabra es que figura en el diccionario desde 2001, cuando ya nadie usaba estos aparatos.

Xenismo. Extranjerismo que conserva su grafía original; p. ej., software.

Xenoglosia. Glosolalia (lenguaje ininteligible). Don de lenguas (‖ capacidad sobrenatural de hablar lenguas).

Xerófilo, la. Dicho de un organismo vegetal: Adaptado a la vida en un medio seco.

Xilófago, ga. Dicho de un insecto: Que roe la madera.

Xiloprotector, ra. Dicho de un producto, de una sustancia, etc.: Que sirven o se emplean para proteger la madera.



martes, 20 de septiembre de 2016

Hablar en pelotas

Obra satírica atribuida a los hermanos Bécquer

La locución “en pelota” ya la recogía el diccionario de Francisco Sobrino en 1705 con el significado de “en cueros”. Y la primera obra de la Academia la incorporó poco después (1737) como “modo adverbial que vale ‘totalmente desnudo o en cueros”.

Tal uso de “en pelota” parece ser un derivado burlesco de “piel” (pellis, en latín), y desde luego no guarda ninguna relación etimológica con ciertas formas del cuerpo humano.

A Sancho Panza le quitaron el gabán y lo dejaron “en pelota” (el Quijote contiene cinco usos similares).

Sin embargo, una entendible etimología popular dio en la flor de extender el plural “en pelotas”, confundiendo la piel con sus redondeces. Los escritores rechazaron durante siglos esa versión vulgar (así la marca Manuel Seco en su Diccionario del español actual), salvo si deseaban precisamente reproducir un lenguaje popular.


Algunos novelistas incorporaron luego a su propio lenguaje la opción “en pelotas” (García Márquez entre ellos). Y la Academia (tras algún titubeo) da por buenas desde 2001 las dos posibilidades.

19 palabras vitales con la V

Ilustración: Luis Demano

La uve es la decimoséptima letra más frecuente en español: solo 0,7 letras de cada 100 son una V. También es la decimosexta que encabeza más palabras del diccionario (el 2,21%). Como ya vimos la semana pasada, en latín la U servía como consonante y como vocal. Ya a finales del siglo XV, Antonio de Nebrija defiende la necesidad de distinguir en la escritura entre ambas, opción que se consolida a partir del siglo XVI.




Vagaroso, sa. Que vaga, o que fácilmente y de continuo se mueve de una a otra parte. Tardo, perezoso o pausado.

Vahaje. Viento suave.

Vainazas. Persona floja, descuidada o desvaída.

Valetudinario. Dicho de quien sufre los achaques de la edad: Enfermizo, delicado, de salud quebrada.

Vectación. Acción de pasear o desplazarse en un vehículo.

Venencia. Utensilio formado por un pequeño recipiente cilíndrico en el extremo de una larga varilla, que se emplea para extraer pequeñas cantidades de vino de una cuba.

Venero. Manantial de agua. Raya o línea horaria en los relojes de sol. Origen y principio de donde procede algo.

Venternero. Glotón, tragón.

Versolari. Improvisador popular de versos en vasco.

Versucia. Astucia, sagacidad.

Vesania. Demencia, locura, furia.

Vilordo. Perezoso, tardo.

Vinolencia. Exceso o destemplanza en el beber vino.

Vitando, da. Que se debe evitar. Odioso, execrable.


Volatinero, ra. Persona que con habilidad y arte anda y voltea por el aire sobre una cuerda o un alambre, y hace otros ejercicios semejantes.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Invocación

Que no crezca jamás en mis entrañas
esa calma aparente llamada escepticismo.
Huya yo del resabio,
del cinismo, de la imparcialidad de hombros encogidos.
Crea yo siempre en la vida
crea yo siempre
en las mil infinitas posibilidades.

Engáñenme los cantos de sirenas
tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.
Que nunca se parezca mi epidermis
a la piel de un paquidermo inconmovible,
helado.

Llore yo todavía
por sueños imposibles
por amores prohibidos
por fantasías de niña hechas añicos.
Huya yo del realismo encorsetado.
Consérvense en mis labios las canciones,
muchas y muy ruidosas y con muchos acordes.

Por si vinieran tiempos de silencio.


Raquel Lanseros. Diario de un destello, Rialp, 2006
Poema recitado por Maribel Verdú en Infolibre

10 útiles y únicas palabras con la U

Ilustración: Luis Demano

La letra U apenas inicia el 0,51% de las palabras del diccionario, siendo la vigésimo segunda, aunque es la decimosegunda letra más frecuente en los textos en español: 3,93 letras de cada 100 es una U. Eso sí, en ocasiones (tras la q y en gue y gui) es muda.
En el alfabeto latino era una variante gráfica por redondeo de la clásica V y se utilizaba asimismo para señalar la vocal o la consonante.



Ubérrimo, ma. Muy abundante y fértil.

Ucase. Decreto del zar. Orden gubernativa injusta y tiránica. Mandato arbitrario y tajante.

Ucronía. Reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos.

Urente. Que escuece, ardiente, abrasador.

Fue la palabra que le sirvió a Carlos Villalba para llevarse 852.000 euros en Pasapalabra: "Estuve dudando entre urente y uriente pero al final lo dije bien".

Usitado, da. Que se usa muy frecuentemente.

Ustear. Dar a alguien tratamiento de usted.



miércoles, 14 de septiembre de 2016

Las mejores historias de fantasmas


RAFAEL ARGULLOL (Escritor)
El apocalipsis, de san Juan.
Divina comedia, de Dante.
El paraíso perdido, de John Milton.
La caída de la casa Usher, de Edgar Allan Poe.
El perro de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle.

BASILIO BALTASAR (Área de Cultura de la Fundación Santillana)
El extraño caso del sr. Valdemar, de Edgar Allan Poe
Otra vuelta de tuerca, de Henry James.
Frankenstein o el Moderno Prometeo, de Mary Shelley.
Para leer al anochecer, de Charle Dickens.
El museo de los horrores, de H. P. Lovecraft.




CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS (Escritora)
El manuscrito encontrado en Zaragoza, de Jan Potocki.
Morella, de Edgar Allan Poe.
Otra vuelta de tuerca, de Henry James.
La casa, de André Maurois (cuento breve contenido en Siempre ocurre lo inesperado)
La resucitada, de Emilia Pardo Bazán.

JUAN LUIS GONZÁLEZ (Editorial Valdemar, especializada en el tema)
Corazones perdidos, de Montague Rhodes James.
La litera de arriba, de Francis Marion Crawford.
La muerte de Halpin Frayser, de Ambrose Bierce.
La puerta abierta, de Margaret Oliphant.
Otra vuelta de tuerca, de Henry James.

JOSÉ MARÍA MERINO (Escritor)
Otra vuelta de tuerca, de Henry James.
La leyenda de Sleepy Hollow, de Washington Irving.
El fantasma de la ópera, de Gaston Leroux.
Relatos de fantasmas, de Edith Wharton.
El fantasma de Canterville, de Oscar Wilde.

MARTA SANZ (Escritor)
El fantasma de Canterville, de Oscar Wilde.
Otra vuelta de tuerca, de Henry James.
La dama de blanco, de Wilkie Collins.
Sudores fríos: de entre los muertos, de Pierre Boileau y Thomas Narcejac, en la que se basa la película Vértigo, de Hitchcock.
Jennie, de Robert Nathan, en que se basa la película homónima, dirigida por William Dieterle.


La feliz resurrección de los fantasmas

Ilustración de Ana Juan
Los fantasmas siempre han encontrado un resquicio para fascinar al ser humano. “Aunque existen ejemplos de relatos de fantasmas ya en el siglo XVIII, como La aparición de Mr Veal (1706), atribuido a Defoe, el momento de mayor esplendor coincide con el periodo de auge cultural vivido durante la época victoriana en Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XIX”, recuerda Juan Luis González, uno de los editores de Valdemar, especializado en el género. Grandes escritores han alentado esos miedos.

Sombras en España
España no ha gozado de una gran tradición literaria. “Por varios siglos de rechazo eclesiástico de todo lo fantástico, que compite con lo sobrenatural, un rechazo muy influyente en el mundo llamado culto...”, lamenta José María Merino. Pero el escritor y académico destaca ejemplos: en el siglo XVII, Posada del mal hospedaje, de Lope de Vega, o el “convidado de piedra” que se lleva a El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina; en el XIX, Maese Pérez el organista, o el personaje que regresa de El monte de las ánimas, de Bécquer; en el XX, las Crónicas del sochantre, de Álvaro Cunqueiro; o Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo…”.

No es un género fácil al contar con dificultades para que sus relatos sean creíbles, revela Cristina Fernández Cubas. Aunque, agrega la narradora, “pueden resultar auténticas joyas. Y hasta donde la memoria me alcanza, considero las Leyendas de Bécquer y algunos cuentos de Pedro Antonio de Alarcón y Emilia Pardo Bazán auténticos hitos en este mundo oculto. Mundo siempre presente entre los autores de América Latina”.

Metamorfosis en el siglo XXI
Esas narraciones de desvelos han estado conectadas con la moda, y la moda de lo gótico se ha convertido en nicho, explica Roger Clarke, autor de La historia de los fantasmas: 500 años buscando pruebas (Siruela). Para este investigador “lo que la gente ha querido son diferentes clases de fantasmas que parecen cumplir diversas funciones. Ahora es la vuelta de fantasmas a la usanza del XIX, pero se les ayuda a aceptar que están muertos y a seguir adelante, en lugar de interrogarlos sobre el más allá”.

El arquetipo se ha entrelazado con el de los zombis y los vampiros. Para Merino, “los zombis representan a una mayoría inerte y desmemoriada, capaz de cierta radical y golosa antropofagia, y el vampiro pertenece a una sanguinaria especie que simbólicamente define muy bien ese mundo de corrupción sin escrúpulos que crece alimentándose del patrimonio colectivo para empobrecernos a todos…”.

Historias indisociables de la psicología y la cultura, afirma González. Parece, añade el editor, que “los miedos colectivos suelen encontrar su expresión y su catarsis en este tipo de ficción”. Cita, entonces, a David J. Skal y su ensayo, Monster Show (Valdemar), “donde muestra cómo ha cambiado el cine y la literatura de terror desde los años treinta del siglo XX, y la evolución de los miedos”.

Esa metamorfosis de los fantasmas se aprecia, sobre todo, en la industria audiovisual, como se leerá este otoño en El Imperio del Mal. El cine de terror norteamericano post 11-S (Valdemar), de Antonio José Navarro. “La industria cinematográfica explota la inspiración de los géneros literarios”, aclara Baltasar. Y agrega: “El artificio industrial con sus imitaciones destruye el fundamento de la ficción: la sospecha de que ahí se alberga algo más verdadero, algo que nos concierne vitalmente. Justo lo que no encontramos en la industria del entretenimiento”.

En el siglo XXI hay dos clases de fantasmas, asegura Rafael Argullol: “Los que se mueven en el resquicio de almas errantes y los náufragos que deambulan por su cuenta. Estos segundos son consecuencia de nuestro tiempo de perfiles y referencias poco nítidas. En otras épocas, quien andaba perdido tenía recursos como una ideología, una religión, una filosofía o un pensamiento colectivo que le encausaba. Hoy, la ausencia de esos referentes nos ha convertido en seres deslizantes. Estamos infirmitas a la deriva”.

La procesión de fantasmas no cesa. El penúltimo, desvela Argullol, “procede de las confusiones entre la realidad y la fantasmagoría. Esa especie de espectro de mundos virtuales en que vivimos ha creado una forma de vivir el fantasma”.

Fragmento del texto de WINSTON MANRIQUE SABOGAL. Se puede leer completo en El País


Diez frases para recordar a Mario Benedetti

  • El poeta y escritor uruguayo nació un 14 de septiembre hace 96 años. Murió en 2009

"Nadie nos advirtió que extrañar es el costo que tienen los buenos momentos".
"No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo. Aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo".
"Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor".
"No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando) ya te dije que el mundo es incontable".
"Después de todo, la muerte es solo un síntoma de que hubo vida".
"Mi táctica es hablarte y escucharte, construir con palabras un puente indestructible".
"Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo, con mi peor y mi mejor historia. Conozco este camino de memoria, pero igual me sorprendo".
"Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas".

"En la vida hay que evitar tres figuras geométricas; los círculos viciosos, los triángulos amorosos y las mentes cuadradas".
 En El País también La sonrisa triste de Mario Benedetti 

lunes, 5 de septiembre de 2016

26 trepidantes y tremendas palabras con la T

Ilustración: Luis Demano

La T es la séptima letra que encabeza más palabras en el diccionario, el 5,8%, pero la undécima en frecuencia de aparición en los textos (4,63%). Procede de un ideograma egipcio, en este caso uno que representaba dos palos cruzados a modo de señal, parecido a una aspa. En el fenicio es ya una cruz y de ahí se pasa a la tau griega, de donde llega al etrusco y al latín.




Talabarte. Pretina o cinturón, ordinariamente de cuero, que lleva pendientes los tiros de que cuelga la espada o el sable.

Talasoterapia. Uso terapéutico de los baños o del aire de mar.

Talcualillo. Que sale poco de la medianía. Dicho de un enfermo: Que va experimentando alguna mejoría.

Tataradeudo, da. Pariente muy antiguo, antepasado.

Tazar. Estropear la ropa con el uso, principalmente a causa del roce, por los dobleces y bajos. Estropear o destrozar haciendo cortes o mordiendo.

Teísmo. Creencia en un dios como ser superior, creador del mundo.

Telendo, da. Vivo, airoso, gallardo.

Temulento. Borracho, embriagado.

Tendalera. Descompostura y desorden de las cosas que se dejan tendidas por el suelo.

Teratología. Estudio de las anomalías y monstruosidades del organismo animal o vegetal.

Terebrante. Dicho del dolor: Que produce sensación semejante a la que resultaría de taladrar la parte dolorida.

Tesela. Cada una de las piezas con que se forma un mosaico.

Timocracia. Gobierno en que ejercen el poder los ciudadanos que tienen cierto nivel de renta.

Tiralevitas. Persona aduladora.

Toba. Pequeño golpe que se da impulsando los dedos índice o corazón con el pulgar.

Tolondro, dra. Aturdido, desatinado. Apl. a pers., u. t. c. s. Bulto o chichón que se levanta en alguna parte del cuerpo, especialmente en la cabeza, de resultas de un golpe.

Tolvanera. Remolino de polvo.

Tósigo. Veneno, ponzoña. Angustia o pena grande.


Triache. Café de calidad inferior, compuesto del residuo o desperdicio de los granos requemados, partidos, quebrantados, etc.