domingo, 12 de octubre de 2014

Las reglas del misterio

Antonio Muñoz Molina

La isla mínima, de Alberto Rodríguez
El enigma policial es una forma narrativa perfecta, tan cerrada sobre sí misma como un soneto, o como una sonata clásica de piano, tan reiterativa y tan flexible como el blues. El enigma policial suele suceder en la contemporaneidad de su escritura, y por lo tanto acarrea de manera natural todos los materiales de lo inmediato y lo cotidiano, pero al mismo tiempo su forma procede de algunos de los arquetipos narrativos más antiguos y más universales: el cuento del tesoro perdido, el del héroe errante que ha de descifrar acertijos sucesivos y superar pruebas gradualmente más difíciles. Como cualquiera de los géneros de la literatura popular y del cine, el enigma policial (el thriller, el pollar, el giallo, el film noir: un indicio de su atracción es la variedad y la belleza de los términos que lo nombran) ha de atenerse a normas muy estrictas, casi todas ellas codificadas por Edgar Allan Poe en Los crímenes de la calle Morgue: un hecho atroz, casi siempre un asesinato, sucedido en circunstancias extrañas, por un culpable que ha desaparecido dejando solo algunos indicios muy dudosos; un investigador muy inteligente, con dotes de observación muy superiores a quienes lo rodean, con alguna rareza en su carácter, porque él mismo también es un misterio; un proceso de búsqueda guiado por la agudeza del detective, que atraviesa en su indagación diversos escenarios y medios sociales, y va encontrando a su paso enigmas añadidos, sospechosos posibles, y superando peligros, algunos de ellos mortales; una solución a la vez rotunda y sorprendente, que deje maravillado al espectador o al lector, al trastornar por completo sus expectativas.

El texto completo en El País


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