67 académicos rinden tributo al idioma en el libro ‘Al pie de la letra. Geografía fantástica del alfabeto español’, escribiendo sobre la letra del sillón que en su día les tocó ocupar
JUAN CRUZ Madrid 1 ABR 2014
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Les tocan en suerte las letras, pero ya viven en ellas, al menos cada jueves, cuando se sientan en los sillones académicos que reproducen el orden alfabético. Ahí, como dice Camilo José Cela, en la letra que tuvo, la Q, “léase cu”, es “donde cada jueves del curso asiento mi cu, tradúzcase culo”. Este libro es una idea muy suculenta que ya vio la luz en dos ocasiones anteriores (2001 y 2004) y que ahora regresa a las librerías con 12 incorporaciones de académicos que han ido viniendo a suceder, en sus sillones, a otros que han ingresado en la inmortalidad.
Letra diseñada por Óscar Astromujoff para las ilustraciones del libro Al pie de la letra |
Entre estos nuevos académicos, le correspondió a José María Merino (que se sienta en la letra m) ser el coordinador de este edición. Él asocia su letra con palabras como madre y música, además de montaña, mito o muerte, mientras que su antecesor en el mismo sitio, Claudio Guillén, asoció su convivencia con la m minúscula a la palabramontaña, en la que los antiguos veían las moradas de los dioses…
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Dice Juan Luis Cebrián (que se sienta en la V) que la que le corresponde es “una letra mayestática, arrogante y poderosa incluso cuando se la emplea para vituperar lo que es vil o vulgar”. Y Antonio Muñoz Molina, que está en la u minúscula, apunta a la autobiografía: “Llamándome Muñoz y siendo de Úbeda trabé desde pequeño estrecho contacto con la letra u, especialmente en su forma minúscula, sin saber que muchos años después acabaría sentándome en ella cuando ingresara en la Academia”. Es como todas las letras, pequeñas o grandes, “y uno se acomoda en su concavidad de una manera muy satisfactoria”.
Para Cela, por ejemplo, la Q mayúscula propiciaba imágenes de bailarinas, pero la q minúscula lleva a Gregorio Salvador a esta memoria de la batalla de letras concomitantes: “Le dediqué mi discurso de ingreso en la Academia, tan minúscula ella, de uso tan limitado además, que se reparte el mismo fonema con la c, y ambas amenazadas por la k”. Y advierte, solidario con le letra de su sitio: “Tan inútil, según algunos, que no pocos arbitristas la quieren desterrar del alfabeto y sustituirla por esa otra letra extranjera (¡qué desgracia si tuviéramos que empezar a querer con k!); y tan incapaz de valerse por sí sola que necesita siempre de la u. Y tan poco arrogante que ni siquiera se incluye en su propio nombre: cu”. Leer más
Óscar Astromujoff |
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