La contestación “no me consta”, anotada en declaraciones
políticas y judiciales, puede relacionarse también con las figuras retóricas de
la ambigüedad. Por lo común, la psicología cognitiva nos conduce a entender “no
me consta” como sinónimo de que se ignora algo. Ahora bien, las afirmaciones
que hacemos están constituidas por lo que decimos y por lo que desechamos decir.
Y así algunos declarantes desechan “lo niego” o “lo desconozco”, y eligen “no
me consta”.
Esas contestaciones con información parcial recuerdan cuando
uno de los miembros de la familia le pide a otro que le alcance el arroz, a lo
que este último contesta un rato después: “No lo encuentro”. Eso puede
significar tanto que no hay arroz en la casa como que no lo ha buscado bien, o
incluso que ni se ha molestado en hacerlo o que ni siquiera sabe en qué estante
se coloca. Pero sigue siendo cierto que no lo ha encontrado, frase de la cual
no se deduce en ninguno de esos supuestos un falso testimonio: porque no ha
dicho que el arroz no esté, ni que no tenga la intención de buscarlo, sino que
no le consta.
Y si a uno no le consta algo, eso significa, diccionario en
mano, que no le es manifiesto, o que tal cuestión no ha quedado “registrada por
escrito”, o que no le ha sido “notificada” (verbalmente o en un papel).
Claro, no podía constar aquello que se hizo para que no
constase. Si alguien escondió el arroz, no nos consta que exista. Y si sabemos
que alguien lo escondió, también podemos responder que no lo hallamos porque no
nos consta dónde está.
Además, una cosa es que sepamos algo y otra que nos conste.
Lo definió muy bien el escritor egipcio Edmond Jabès: “Sé que estoy mintiendo
cuando en alguna ocasión miento. Nunca sé realmente si digo la verdad cuando
intento decirla, aunque esté totalmente convencido de ello”.
Por tanto, la respuesta de Cospedal sobre los sobresueldos a
altos cargos del PP y la ofrecida sobre el arroz se ciñen a lo cierto. Pero
cuando damos testimonio de algo, no se espera que certifiquemos su verdad
fehaciente, indubitable, científica, sino que simplemente se trata de que
seamos sinceros, lo cual excluye toda posibilidad de engaño o de silencio
intencionados.
La litotes es una figura retórica (también llamada
atenuación o hiposemia) que atempera un concepto abrupto. Por ejemplo, “no
aplaudo lo que haces”, en lugar de “lo critico”. En esa línea de negaciones con
trampa se dice también “no está usted admitido” en vez de “le hemos rechazado”;
o “no se permite fumar” en vez de “está prohibido”. “No me consta" puede
representar igualmente una forma de no decir diciendo, una minoración, una
hiposemia. O un truco más para no alcanzarnos el arroz. Leer más
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