- Francisca Aguirre, Premio Nacional de las Letras 2018
- El jurado la ha elegido “por estar su poesía (la más machadiana de la
generación del medio siglo) entre la desolación y la clarividencia, la lucidez
y el dolor"
El
jurado que le ha concedido el premio la describe como “la más machadiana de la
generación de los años cincuenta” y a ella le parece, sencillamente, “bien”.
Sobre todo lo de machadiana. Lo de las generaciones le da un poco igual: “Nunca
quise formar parte de ningún club”. Tampoco, explica, siente que ahora se haga
justicia con ella ni que el galardón la sitúe donde no quisieron situarla las
antologías canónicas: “No me he sentido relegada”. A su lado, su hija, la
también poeta Guadalupe Grande, le lleva la contraria. Un poco: “Este premio
servirá para reivindicar la herencia de todas esas voces femeninas que fueron
quedando de lado. A veces dos veces: por ser mujeres y por estar exiliadas”.
“Eso sí”, concede Francisca Aguirre, que en 1939 cruzó la frontera francesa
huyendo de las tropas franquistas. Todavía recuerda que su padre, policía
republicano y pintor, le contó que a la vez cruzó Antonio Machado: “Luego
leímos su poesía y nos quedamos chiflados”. Aguirre habla en plural señalando
un retrato en la pared: es su marido, Félix Grande, que murió en 2014, una
década después de recibir el mismo galardón que acaba de recibir su esposa.
“Félix era un poeta magnífico. Él, Guadalupe y yo nos leíamos lo que íbamos
escribiendo. Éramos implacables y amorosos”.
“Escribo
de lo que he vivido”, explica sin más. Autora de 11 libros de poemas que caben
en un volumen de 600 páginas, Francisca Aguirre se estrenó tarde como poeta.
Fue en 1971 con Ítaca. Y con 41 años. Ese arranque tardío, su talante discreto
—“No soy vanidosa”— y el carácter autobiográfico de lo que escribe –“Hablo
conmigo misma”-, la llevaron a seguir su marcha sin preocuparse de que el
ambiente fuera, durante años, poco propicio a las mujeres y a la memoria
histórica. Ella iba a lo suyo: “Escribes para no andar a gritos y para no
volverte loca. La poesía tranquiliza. A mí me ayuda. El mundo es injusto pero
el lenguaje es inocente. El poder de las mujeres es tener la oportunidad de
decir que no. Por eso es tan importante la educación, la independencia. Queda
mucho por hacer porque la desigualdad sigue siendo enorme: entre hombre y
mujeres, entre ricos y pobres…”. En 2011, el Premio Nacional de Poesía
concedido a Historia de una anatomía (Hiperión) puso el foco sobre una autora
que respondió al anuncio de aquel premio preguntando al portavoz del jurado si
no se habían equivocado de persona. El texto completo
'YA NADA PODRÉIS'
Ya nada podréis,
porque la fuerza no estaba en
vosotros, estaba en mi debilidad.
Nada conseguiréis
abandonándome, porque el vacío no era vuestra ausencia
sino mi necesidad de compañía.
Cuando llaméis
tendréis mi corazón a mano, como siempre
Ahora
el mundo se ha amueblado
con la delicadeza de lo mínimo
con la tierna disposición de lo posible.
Y todo es una patria extensa y manual,
un alfabeto misterioso
con el que estoy nombrando, recreando
reviviendo de nuevo el universo.
Poema del libro Los trescientos escalones (1976)
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