- Obras que cuentan las historias de los menores centroamericanos que emigran solos a EE UU y de los emigrantes que sobreviven en los campos de refugiados en Europa
Entre mayo y junio de 2014 llegaron a la frontera que separa
México de Estados Unidos alrededor de 80.000 menores. Ninguno de ellos iba
acompañado. Algunos de ellos fueron deportados en 20 días, cuando hasta hacía
no demasiado el gobierno estadounidense daba a esos niños en busca de cobijo,
en busca de un futuro, de una no muerte segura como la que les esperaba en su
país – en El Salvador, Honduras, Guatemala –, dos meses. El guardián, esto es,
el familiar que podía pedir su custodia en Estados Unidos, tenía entonces dos
meses para buscarse la vida: un abogado y pruebas de que si el niño volvía a su
país, corría peligro. Pero la Administración Obama redujo esos meses a 20 días.
“Obama no fue un buen presidente en términos migratorios”, dice Juan Pablo Villalobos.
De hecho, a él le llamaron de una ONG ese año, 2014, para que se personara en
la frontera y contara lo que estaba pasando. “Querían un libro con el
testimonio de una niña que había viajado con su mejor amiga desde
Centroamérica”, cuenta. Pero una vez estuvo allí, la familia no quiso que la
niña hablara. Su mejor amiga había muerto intentando llegar a la frontera. La
asesinaron en México. Villalobos entrevistó a otro par de chicos. Publicó un
relato en inglés y en español. Al poco, su editor estadounidense le llamó para
preguntarle si estaría interesado en hacer un libro con historias de esos
niños. La voz del niño narrador de Fiesta
en la madriguera le convertía en la persona ideal para hacer algo así.
Transformar sus historias en literatura. Darles un carácter poderosamente
universal.
“No creo en el
activismo literario, es decir, no es lo mío. Yo me acerqué a las historias de
estos chicos con pudor, buscando mi lugar. ¿Cómo iba a contarlas? De la única
manera que sabía. Iba a condensarlas, a acercarlas a la ficción. Porque eso es
lo que sé hacer. Sé escribir. Como escritor me debo al texto, y ya se encargará
el texto de producir los efectos que deba producir”, dice Villalobos. Está
hablando del libro que resultó de aquellas charlas: once momentos de las
odiseas de diez niños centroamericanos que lograron alcanzar Estados Unidos, y
que se leen como una única historia hecha pedazos, o las piezas de un
rompecabezas con final feliz. ¿Su título? Yo
tuve un sueño (Anagrama). Continúa en El País
- Otros títulos:
Valeria Luiselli Los
niños perdidos (Sexto Piso)
Maylis de Kerangal Lampedusa
(Anagrama)
Jenny Erpenbeck Yo
voy, tú vas, él va (Anagrama)
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