Enrique Jardiel Poncela y la actriz Berta Singerman, durante el rodaje de la película 'Nada más que una mujer' (1934) en Hollywood. |
En el verano de 1932, el ya entonces afamado autor de
comedias español Enrique Jardiel Poncela viajó a Hollywood para incorporarse a
la plantilla de los estudios Fox como adaptador de guiones al castellano. La
meca del cine estadounidense estaba en plena expansión y, a falta de sistemas
de doblaje o subtitulado, necesitaba rodar dos o tres veces la misma película:
de día, la versión original en inglés; de noche, las mismas escenas en otros
idiomas. Pero Jardiel tuvo un problema al llegar: acostumbrado a escribir
siempre en los bares y cafés de Madrid, se bloqueó cuando lo instalaron en una
oficina y no era capaz de redactar una línea allí dentro. Así que la Fox tiró
por la calle de en medio: ordenó a sus escenógrafos que reprodujeran un café
madrileño en el despacho de su nuevo empleado.
Aquello fue mano de santo. Desde ese momento Jardiel empezó
a versionar guiones sin parar (que en muchos casos mejoraban el original, según
afirman los estudiosos de su obra) y su extravagante rincón de trabajo se hizo
popular entre la fauna hollywoodiense con el nombre de Poncella's Office. Entre esa fauna estaban Charles Chaplin y los
hermanos Marx, con quienes el madrileño congenió de forma especial por su
disparatada manera de entender el humor, cuyo rastro puede advertirse en
exitosas comedias posteriores de Jardiel como Un marido de ida y vuelta (1939), Eloísa está debajo de un almendro (1940), Los ladrones somos gente honrada (1941) o Madre el drama padre (1941).
Así era muchas veces la vida de Jardiel: descacharrante e
inverosímil, como él quería que fuera su teatro. Y así se puede comprobar en
una de las mayores exposiciones retrospectivas que se ha realizado hasta la
fecha sobre su trayectoria, que se ha podido ver en Zaragoza este otoño con el
nombre de Poncella's Office y que
desde hoy hasta final de enero se muestra en la sede central del Instituto
Cervantes en Madrid con otra denominación, Jardiel,
la risa inteligente. Continúa en El País
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