En los textos escritos en latín, y posteriormente también en
aquellos escritos en los idiomas que vienen de él, las palabras se abreviaban
muchísimo. Hoy los puristas se espantan de que en los mensajes por teléfono la
gente escriba q en lugar de que o tngo por tengo, pero lo cierto es que si
miramos manuscritos medievales o incluso impresos de los siglos XVI a XVIII,
nos encontramos muchísimas palabras abreviadas.
Normalmente, la abreviación se señalaba con una marquita
(una línea chica, una comita o unos puntos) arriba de la palabra que se estaba
abreviando. Había voces muy frecuentes (que, para, tierra...) que salían
abreviadas, tanto en escritos muy cuidados como en otros menos elaborados. Un
signo de abreviación de lo más común era el de usar una línea encima de una
letra, y eso implicaba añadir una ene. O sea, si escribían contādo, la palabra era en realidad contando. O pēsar era pensar.
En latín no existía el sonido de la eñe. En las lenguas
derivadas del latín existe ese nuevo sonido porque ha evolucionado la
pronunciación de algunas sílabas latinas específicas. Así, usamos eñe para
puño, viña, paño, o para el propio nombre España, donde en latín había pugnu, vinea, pannus e Hispania.
Las lenguas que han salido del latín se escriben tomando las
letras del latín. Pero ¿qué pasa si te inventas, si creas un sonido nuevo?
¿Cómo lo escribes? ¿Cómo representar el sonido de la eñe? Se usaron diversas
letras para representarlo, y la mayoría de las lenguas romances apostó por
combinar dos letras: el catalán lo escribe con ny. El portugués con nh. Con gn
se representa en francés... Para el caso del castellano, desde el siglo XIII ya
está bastante generalizado el hábito de utilizar ñ (o sea, n con raya encima)
para el nuevo sonido.
¿Por qué el castellano optó por la eñe? Fue una especie de
acuerdo tácito derivado del uso: no todas, pero sí muchas de las palabras que
se escribían y pronunciaban con nn en latín dieron el nuevo sonido para el que
se buscaba representación (canna > caña). Y como una doble n se podía
abreviar con n y una línea encima... Ahí tenemos el origen de la ñ. Lo
exclusivo del español no es el sonido (que tienen otras lenguas hermanas) sino
la letra con que representarlo.
En 1991, cuando, pensando en la comodidad del comercio entre
países, la Unión Europea propuso excluir a la letra eñe de los teclados de
ordenadores españoles, las reacciones enardecidas de políticos y escritores echaron
atrás la propuesta. ¡Hubo hasta quien dijo que si la eñe no entraba en el
teclado, España se saldría de la Unión Europea! Luego han venido también
noticias agradables, como la inclusión de la eñe en los nombres de dominios
web.
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