VARIEDADES DE LA
LENGUA
1.- Niveles culto, medio y formal
- Mantienen un discurso fluido
y continuo.
- Favorecen y aumentan las
posibilidades comunicativas.
- Estructuran adecuadamente la
exposición de las ideas.
- Disponen de amplios recursos
léxicos.
- Utilizan las palabras con
precisión.
- Su variedad morfosintáctica
permite formular los mensajes de distintas maneras.
- Utilizan correctamente
numerosos nexos gramaticales.
- Utilizan una gama variada de
formas verbales.
2.- Nivel coloquial o familiar
- Vacilaciones, falta de
fluidez en la expresión: frases inacabadas, señaladas en los textos por lo
puntos suspensivos, o concluidas con expresiones imprecisas o
inespecificativas del tipo ...y tal,
...y no sé qué, ...y eso. La falta de fluidez se manifiesta también
por la repetición de una idea o de una frase. Es muy frecuente que la
repetición sea intencionada para insistir o resaltar o asegurar que el
mensaje ha sido oído y comprendido. El contexto nos dirá si se trata de
una repetición intencionada o provocada por la falta de vocabulario, por
ejemplo.
- Vocabulario limitado y con
cierta imprecisión.
Se utilizan repetidamente verbos como hacer, haber y
tener con múltiples significados y en lugar de otros más precisos (hacer una casa por construir una casa; tener una
gran actividad por desarrollar una
gran actividad; hay una fiesta
por se celebra una fiesta).
El verbo pegar también puede usarse con múltiples significados:
pegar una bofetada, pegarse un tortazo con el coche, pegar un cartel en la pared, pegar la paliza, pegársela a alguien...
Se emplean comodines (cosa
y bicho, por ejemplo, cuando la
primera designa cualquier objeto y la segunda cualquier animal o ser vivo),
muletillas (palabras o expresiones que se repiten inconscientemente como un tic
verbal (o sea, bueno, por consiguiente)
y frases hechas (son uña y carne, la carne de burro no se transparenta, el tiempo es oro, la pelota sigue en el tejado, lo
llevas claro, no le ha faltado el
canto de un duro, estoy hasta el
gorro).
- Tendencia a la sencillez en
la ordenación sintáctica de los mensajes. Abundan las oraciones cortas y
se dice en primer lugar lo que más interesa (zumos ¿tiene?). La presencia constante del yo hablante se
manifiesta, obviamente, por el uso de la primera persona en los verbos,
pronombres y determinantes, y también porque se coloca el yo al iniciar el
discurso o una oración, incluso cometiendo incorrecciones sintácticas (yo, por ejemplo, en vacaciones me gusta
comer; yo eso no me gusta; yo a
mí me parece...).
- Restricción en el uso de
formas y modos verbales (se suele excluir el subjuntivo).
- Fuerte dependencia del
contexto y del paralenguaje (gestos de manos y ojos). Por eso, se omiten
palabras (elipsis), que se suplen por sobreentendidos, por deixis o por la
entonación.
- Apelación constante al
receptor mediante el uso de vocativos, imperativos... (escúchame, Pepe).
- Aparecen expresiones
afectivas como diminutivos (es
feíllo) o aumentativos (¡que
cabezota!), apelativos cariñosos (ven
aquí, cuchufleta), interjecciones (propias como ¡ay! o impropias, es
decir, sustantivos, verbos o frases con valor emocional y no semántico: ¡dios!, ¡la virgen!, ¡será posible!,
¡mierda!, ¡coño!, ¡joder!, ¡y una leche!, ¡ahí va! -léase como se pronuncia, ahivá), exclamaciones (¡vaya
tela!), exclamaciones interrogativas (pero ¿¡que me dices!?).
La expresividad y la afectividad son la esencia del
leguaje coloquial.
- Uso frecuente de recursos
retóricos para aumentar la expresividad: comparaciones (me puso la cabeza como un bombo),
metáforas (se quedó de piedra, eres
un cielo, eres un burro), repeticiones (es un trabajo duro, duro), hipérboles (casi todas las
comparaciones del leguaje coloquial son hiperbólicas, me puso la cabeza como un bombo, va como una moto), ironía (bonita
manera de hacer las cosas…).
- Uso de adjetivos y de
adverbios con significado muy expresivo y que se subraya además con la
entonación: horroroso, fatal,
espantoso, maravilloso, impresionante, horrosamente, faltamente...
- Puede aparecer algún
vulgarismo y palabras del argot juvenil o del argot delictivo.
- Vocabulario coloquial. En el
DRAE aparecen como lenguaje coloquial: bailongo y bailonga (persona a la
que le gusta bailar), basca (pandilla, grupo de amigos o de personas
afines), borde (esquinado, impertinente,
antipático),
caballo (heroína, droga adictiva obtenida de la morfina), cantidad (como
adv., mucho), canuto (porro, cigarrillo de hachís o marihuana), chocolate
(hachís), chollo (ganga, cosa apreciable que se adquiere a poca costa o
con poco trabajo), chorrada
(necedad, tontería), chulada (cosa chula, linda), colega (amigo,
compañero), currar (trabajar), curro (trabajo), palo (daño o perjuicio,
también robo o atraco; se usa con los verbos dar, llevar o recibir),
pirado (persona alocada), plasta (persona excesivamente pesada), pringado
(persona que se deja engañar fácilmente), polvo (coito, se usa más en la
expresión echar un polvo; se considera también vulgarismo), tío (persona
de quien se pondera algo bueno o malo: aquel
tío ganó una millonada, Juan es un tío saltando, ¡qué tío!; o persona cuyo nombre y
condición se ignoran o no se quieren decir: nos recibió un tío con poca amabilidad; o como apelativo para designar a un amigo o compañero,
con este uso también lo considera un vulgarismo), trepar (elevarse en la
escala social ambiciosamente y sin escrúpulos), untar (corromper o
sobornar a alguien con dones o dinero), vaina (persona poco seria e
irresponsable), vela (mocos que cuelgan de la nariz, especialmente
tratándose de los niños), vidorra (vida regalada), zanganear (andar
vagando de una parte a otra sin trabajar), zángano (hombre holgazán que se
sustenta de lo ajeno), zurrar (castigar a uno, especialmente con azotes o
golpes).
3.- Nivel vulgar
- Emisión discontinua,
alterada y dispersa del discurso.
- Desorden en la exposición de
las ideas.
- Pobreza de recursos léxicos;
sobre todo, para establecer matices diferenciadores.
- Imprecisión en la ordenación
de los elementos sintácticos; es decir, al ordenar las palabras en la
frase, en el discurso.
- Vacilación en la formulación
del mensaje, por lo que se recurre repetidamente a fórmulas explicativas (o sea, es decir, mejor dicho...).
- Abundantes recursos de
apelación: preguntas directas, mandatos...
- Usos limitados de formas
verbales, predomina el presente de indicativo.
- Uso de vulgarismos:
Fonéticos: -Cambio de posición de las consonantes (cocreta por croqueta, Grabiel por Gabriel...).
-Vacilación en la pronunciación de las vocales átonas (tiniente por teniente, medecina por medicina...).
-Reducción de diptongos (concencia por conciencia,
pacencia por paciencia, po por pues...).
-Adición de vocales a comienzo de palabra (amoto, arradio, arrascar...).
-Adición o supresión de consonantes (políngano por polígono, asín por así, cociente por consciente, pograma por programa...).
-Pérdida de consonantes intervocálicas (quies por quieres, comía por comida...).
Morfosintácticos: -Cambio de la estructura de la palabra
(indición por inyección).
-Empleo incorrecto del género (el afoto, las alfileres, el radio...).
-Distorsiones de los tiempos verbales (tuvistes por tuviste, callarse por callad, andé por anduve...).
-Concordancias erróneas con formas impersonales de haber
(hubieron muchas ocasiones de gol, y
confusión con el verbo ser (habíamos
cuatro gatos en la mani...).
-Falta de corcondancia en el uso de los pronombres
personales (yo a mí me parece...)
-Anteposición del pronombre personal de primera persona (yo y estos hemos estao toda la noche...).
-Cambio de orden de los pronombres (me se olvidó por se me olvidó)
-Utilización del laísmo, del loísmo o del leísmo (la traje sus cosas por le traje sus cosas, lo escribió muchas cartas por le
escribió muchas cartas, te le trajo
enseguida por te lo trajo enseguida...)
-Uso del dequeismo (pienso
de que por pienso que, resulta de que por resulta que...)
-Uso del artículo con los nombres
propios (la Juani, el Lolo...)
Léxicos: -Empleo de palabras con uso impropio (los libros no me cogen en la mochila por no me caben en la mochila...)
-Confusión en el significado de las palabras (destornillarse por desternillarse, dolores asiáticos
por dolores ciáticos, infestado por infectado, eminente por inminente...)
-Vocabulario considerado vulgar. El DRAE señala como vulgarismos,
entre otras, las siguientes palabras: acojonar (acobardar), cachondeo (acción y
efecto de cachondearse, de burlarse, guasearse; por extensión, desbarajuste,
desorden, guirigay), cepillar (como
pronominal, tener trato sexual con alguien), chorizar (robar), gilipollas
(tonto, lelo), hostia (bofetada, tortazo; ¡hostia!, interj. vulgar de sorpresa,
asombro, admiración, etc.), magrear (sobar, manosear lascivamente a alguien),
panoli (persona simple y sin voluntad), mangar (hurtar, robar), pijada (cosa insignificante, también dicho o hecho inoportuno, impertinente o molesto), putear (fastidiar, perjudicar
a alguien), salido (dicho de una persona o de un animal
macho: que experimenta con urgencia el apetito sexual).
4.- Jerga y argot
El diccionario de la
Real Academia de la Lengua considera estas dos palabras como sinónimas y las
define de forma similar.
Jerga: Lenguaje especial y no formal que usan entre sí los
individuos de ciertas profesiones y oficios, y también lenguaje especial
utilizado originalmente con propósitos crípticos por determinados grupos, que a
veces se extiende al uso general; p. ej., la jerga de los
maleantes.
Argot: Jerga, jerigonza, y lenguaje especial entre personas de un mismo
oficio o actividad.
Nos
referimos al lenguaje que sólo pueden entender las integrantes del grupo que lo
emplea. Se caracteriza por tener un vocabulario especializado, con abundantes
tecnicismos en el caso de las jergas profesionales (informática, medicina…), o
por utilizar palabras o expresiones que diferencia al grupo que lo habla y que
impide o dificulta que otros lo entiendan (el mundo de la delincuencia, de las
cárceles o el relacionado con la droga). La jerga juvenil cambia con las
generaciones y mezcla parte de las últimas
jergas
mencionadas con las propias del mundo estudiantil. El lenguaje jergal puede ser
asimilado parcialmente por todos los hablantes y señalarse como jergal en el
diccionario. Chuleta está recogida en el DRAE y es definida así, como jerga
estudiantil: Apunte con fórmulas u otras anotaciones que se lleva
oculto para usarlo disimuladamente en los exámenes.
Algunas
palabras y expresiones de argot tomadas de la obra de Alonso de Santos Bajarse al moro, de un diccionario de
jerga juvenil publicado en El País
Semanal en marzo de 1996 y del Diccionario
de argot español, de Víctor León:
Acoqui:
aquí.
Aligerar:
irse, marcharse (también abrirse).
A tope:
lo máximo posible.
Bareto:
bar. Burra: moto.
Bajarse
al moro: ir a Marruecos a comprar hachís.
Calcos:
zapatos.
Cantar:
confesar, delatar. Apestar, oler mal. Llamar la atención desentonando (Dar
mucho el cante: llamar mucho la atención). Emitir música una máquina
tragaperras al dar premio.
Ciego:
colocón de porros o de alcohol (también globo). En el DRAE se recoge, como
coloquial, la siguiente acepción: Atiborrado de comida, bebida o drogas.
Coscarse:
enterarse.
Dar la
brasa: aburrir, ser un plasta.
Descarao:
con seguridad, indiscutiblemente.
Echándole
morro: siendo atrevido, cínico.
Enrollarse
bien: llevarse bien.
Fliparlo:
sorprenderse, disfrutarlo.
Guapo: bueno.
Kelfo:
casa (también kelo y kely).
Lata:
coche.
Madero:
policía.
Mazo:
mucho. Mola mazo, gusta mucho.
Ponerse:
drogarse.
Qué
punto: qué bien.
Rollo: asunto.
Sobar:
magrear. Dormir
Sobre:
cama.
Teta:
estupendo, magnífico, formidable.
Tranqui:
tranquilo.
Trincar:
detener, encarcelar.
Tu mach:
demasiado, increíble, inaudito.
Venao y
vená: chiflado, loco. Darle la vená:
darle un pronto, tomar una decisión impremeditada y repentina.