Foto de Jesús Alberto Pérez Castaños https://www.facebook.com/jesusalberto.perezcastanos |
La tabla de mareas anota la bajamar sin más precisiones
que horas y coeficientes. No advierte de la desolación de las marismas en las
horas crepusculares o durante los días que pasan iluminados con luces blanquecinas y
grises, que confunden los límites entre el cielo y las aguas muertas. Tampoco
del transcurrir sosegado en las tierras costeñas.
Con la mar baja reaparecen las arenas que no saben de los
cuerpos tumbados al sol, ni de los pies que juguetean desnudos. Ofrecen los
frutos pobres del mar y con dramática sencillez exponen mensajes que cantaron, tenebrosos,
los poetas tierra adentro o que dejaron, entre oscuridades, los pintores en las
iglesias católicas. Gloria del mundo, bautizamos al barquichuelo con el que
navegamos por la vida y el fondo de la marisma avisa de que así pasa la gloria
del mundo. Lo botamos en aguas tranquilas para navegar por mares y océanos, o
al abrigo de la bahía cercana, y el piélago muestra los restos del naufragio, memento mori escrito en cuadernas de
arte menor.
Emocionante, Juanjo
ResponderEliminar