El hombre solo contempla sombrío el resplandor del vano. Indiferente
con las sillas, un horizonte amontonado, antes de dar un paso más, cavila si
abandona el refugio del soportal, con el riesgo de que la luz ilumine su mano y
ciegue sus ojos, o si permanece así, displicente, a que la noche lo aclare
todo.
Me gusta, amigo Juan. Es una parada en el tiempo. Da paz.
ResponderEliminarMagnífico, Juan. Prosa serena y silenciosa.
ResponderEliminarBueno, esto va tomando cuerpo. Ya son 14. Hay que seguir.
ResponderEliminarBien Juan. Melancólico en la encrucijada, como la situación del país
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