- Se escriben muy buenos libros de fútbol. El problema es dar
con ellos
Juan Villoro
[…] Las pasiones piden ser contadas. No hay modo de guardar
silencio ante la conquista del campeonato o una derrota de último minuto. Sin
palabras, el juego pierde trascendencia. Pensemos en dos goles célebres que
cayeron en el mismo partido. Maradona engañó al árbitro anotando con el puño.
La picardía se convirtió en mito cuando la bautizó como “la mano de Dios”;
posteriormente, convirtió el gol legítimo más brillante de la historia y el
Negro Enrique, que le había cedido el balón en media cancha, le dijo durante el
abrazo: “¡Te di un pase de gol!”. El fútbol necesita ser dicho.
Diego Quijano y Lino Escurís |
Esto no implica que deba ser
leído. Las masas que llenan las tribunas no se caracterizan por su curiosidad
intelectual. Cuentan anécdotas, insultan, tienen corazonadas, confiesan temores
y les ponen apodos a los jugadores sin pensar que participan en una operación
narrativa.
A su manera, el fútbol es una
novela. Tiene la extensión, la trama de conjunto, las peripecias incidentales,
los predicamentos morales, las contradicciones de carácter y el populoso
reparto de un Balzac que hubiese decidido situar su Comedia humana en la
hierba. Tal vez por eso mismo no abundan las grandes novelas sobre el tema. Hay
poco que inventarle a una liga que llega en capítulos. Ahí están, por supuesto,
Fiebre en las gradas, de Nick Hornby;
Especies protegidas, de Ferran
Torrent; El regate, de Sergio
Rodrigues, o Soñé que la nieve ardía,
de Antonio Skármeta. Pero lo más importante de esos textos no es lo que ocurre
en el estadio, sino en la vida que los circunda.
Acaso el fútbol se preste más
para indagarle misterios a través del cuento, como han demostrado Gonzalo
Suárez, Osvaldo Soriano, Eduardo Sacheri, Roberto Fontanarrosa y tantos otros.
Hasta ahora, la zona más fecunda
para abordar el juego ha sido la crónica. El partido transcurre al compás de la
narración de los rapsodas del micrófono, pero eso nunca es suficiente. Hay que
volver a narrar lo sucedido. El lunes, los periódicos amanecen dichosamente
abultados por noticias que todo el mundo conoce pero que emocionan tanto o más
que el partido. […]
¿Es posible entender la vida en
la Tierra sin analizar el entretenimiento mejor repartido en el planeta?
Eduardo Galeano, Vicente Verdú y Manuel Vázquez Montalbán indagaron en forma
precursora la mitología popular que determina los domingos de la especie.
Actualmente se escriben muchos y
muy buenos libros de fútbol. El problema es dar con ellos. […]. La reflexión
sobre el deporte ha ganado prestigio, pero los autores juegan en campos de
tierra a los que no llegan los ojeadores de los grandes clubes. Menciono
algunos títulos recientes, conseguidos por casualidades cercanas al milagro. Continúa en Babelia
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