martes, 17 de abril de 2018

Quienes no leen novelas

"Quienes no leen novelas, los que se privan de esa experiencia, viven menos y no saben lo que es morir hasta que les llega el momento. Los que las escribimos, en un grado no muy distinto de quienes las leemos, vivimos más de la cuenta, que es el mejor modo de vivir, algo así como vivir lo posible y lo imposible".
Luis Mateo Díez: "Los males imaginarios". AA.VV. Con otra mirada: una visión de la enfermedad desde la literatura y el humanismo. Taurus. 2001.

miércoles, 4 de abril de 2018

10 libros absolutamente adictivos


Hay libros que si te los quitan de las manos matarías. Casi literalmente.


A finales de los 2000 ocurrió con la saga Millenium de Stieg Larsson. Desde los hombres que no amaban a las mujeres a la chica que se quería quemar a lo bonzo apenas pudimos levantar la vista de las páginas que nos contaban esa historia de hackers, intrigas políticas y empresariales y que hasta a su autor había acabado matando de un infarto. Supimos más de Lisbeth Salander, sus pintas y su trauma, que de nosotros mismos. Y no, no hizo falta que fuera llevada al cine (cuando lo fue tampoco fue un alarde de cinematografía).

Pero tampoco hay que retrotraerse tanto. De hace un par de años es Patria, el último gran fenómeno literario y comercial. A Fernando Aramburu le ha leído media España (de la que lee)  con este novelón sobre los años duros de ETA y la brecha social. Si hay alguien que hoy en día no conoce este libro ha vivido en Marte en los últimos tiempos. 600 paginazas para leerlas en un suspiro.

André Agassi fue un enorme jugador de tenis. Y su historia personal, contada en Open es casi tan grande como la que desarrolló en las pistas. El escritor nos abre en canal al tenista, su odio al entreno, al deporte en general, pero también el talentazo que tenía. Aunque no te guste ni dar medio raquetazo este libro es pura salsa barbacoa. Más en Librotea

martes, 3 de abril de 2018

El judeoespañol se resiste a morir


  • La academia del ladino creada en Israel pretende preservar la lengua forjada por los descendientes de los judíos expulsados en el siglo XV, escasamente hablada




El ladino es la fotografía antigua del castellano que se llevaron los judíos expulsados en el siglo XV de la península ibérica, diseminados por países de cuyas lenguas incorporaron durante siglos las palabras que necesitaban: turco, hebreo, búlgaro... Una amalgama que se quiere regular con la decisión, el pasado 20 de febrero, auspiciada por la Real Academia Española, de crear una sede hermana del ladino en Israel. Un hito que vuelve el foco a los escasos ladinohablantes que hay en España. Se estima que lo habla medio millón de personas en el mundo.


Una literatura sobre todo religiosa

La literatura judeoespañola fue principalmente religiosa hasta mediados del siglo XIX. Tras la expulsión de la península Ibérica se tradujeron del hebreo al ladino biblias judías y un centenar de libros de oraciones, poemas litúrgicos, la ley judía y tratados de moral.

En el siglo XVII, numerosos sefardíes orientales siguieron a un correligionario que se había proclamado el Mesías. La crisis originó paradójicamente el cénit literario del judeoespañol un siglo después, cuando los rabinos sefardíes produjeron una rica literatura en lengua vernácula para su pueblo, que no dominaba el hebreo. Así nació el comentario bíblico Me'am Lo'ez (“el libro que más ha contribuido a formar el alma de los sefardíes”, en palabras del escritor e investigador Henry V. Besso) y los siglos de oro de la literatura en judeoespañol, el XVIII y XIX.

La occidentalización trajo a mediados del siglo XIX novelas, poemas, ensayos, periódicos y obras de teatro de contenido profano. El quinto presidente de Israel, Isaac Navón, estrenó en 1969 un exitoso musical, Bustán sefardí, que retrata —en parte en ladino— un vecindario de Jerusalén. El catedrático de literatura española en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Carlos Ramos Gil, calcula en 5.000 las obras publicadas en ladino. Más en El País