- Una reacción de buena voluntad ante el anglicismo lleva a
traducirlo literalmente: en vez de low cost, “de bajo coste”; y no “barato”
Muchas personas intentan traducir los anglicismos que nos
asedian, y en su noble propósito se devanan los sesos por dar con la
alternativa exacta a la palabra que tienen delante. La primera reacción ante el
anglicismo entre personas que aman el español las lleva a buscar un equivalente
literal. Así, en vez de “iré a Londres en un vuelo low cost”, dirán “iré a Londres en un vuelo de bajo coste”. Pero
“de bajo coste” equivale en esos contextos al adjetivo español “barato”. Por
tanto, podemos decir que hemos comprado un billete barato; o que el precio del
vuelo estaba tirado.
Los casos de traducciones literales
mejorables son infinitos. Por ejemplo, no resulta sencillo hallar una
alternativa a “spoiler” cuando
alguien dice “no me hagas spoiler”.
Porque habría que traducir “no me hagas estropeador”, lo cual carece de
sentido. En casos así, conviene plantearse cómo decir la idea al completo, no
solamente la palabra inglesa: “No me destripes la película”, “no me la
cuentes”, “no me estropees el final”, “no me digas cómo acaba”.
Siguiendo con el lenguaje del
cine y la televisión, de vez en cuando nos anuncian: “Se estrenará un spin-off de la serie”. Así, Aída fue un spin-off de Siete vidas. “Spin-off” se traduce como
“escisión”, pero en este caso quedaría más adecuado “esqueje”, pues no se trata
tanto de cortar como de que lo cortado siga vivo y se desarrolle por su cuenta.
Ahora se habla mucho también de
las fake news, locución que se suele
traducir (cuando se traduce) como “noticias falsas”. No está mal, sobre todo si
las dos palabras contribuyen a alguna precisión en determinados contextos, pero
esas noticias se han venido llamando “bulos” o “trolas”.
El genio del idioma español suele
dar con alternativas a todo tipo de anglicismos, si bien necesita su tiempo.
Por ejemplo, hace algunos decenios llegó a nosotros la expresión “babysitter”, y no se nos ocurrió
traducirla literalmente como “sentadora de niños”, sino como “canguro”. Una
metáfora genial.
Últimamente se ha extendido la
locución “en tiempo real” (de “real time”).
Pero en nuestra visión de la lengua no hay un tiempo real y un tiempo irreal.
Lo real no es lo que está pasando ahora, puede ser también lo que sucedió hace
dos siglos. El concepto que se oculta tras “real time” es el de la inmediatez,
no el de la realidad o la irrealidad. Por tanto, casi siempre se puede traducir
con el adjetivo “inmediato” o con la locución “al instante”. Así, ver o hacer
algo “en tiempo real” es verlo “al instante” o “en directo”, “de inmediato” o
“sobre la marcha”.
Si leemos “sold out” en una tienda, eso no quiere decir “vendido fuera” sino
“agotado”. Mientras que “tie break”
no es “rotura de empate”, sino “desempate”.
Quizá valga la pena plantearse
cómo traduciríamos al español un concepto si no nos hubiera invadido antes la
locución en inglés. No se trata de buscar la palabra exacta, sino la idea
exacta. El texto íntegro de Álex Grijelmo en El País